El rey Canuto se va a Madrid
Hace mil años existió un monarca que se llamaba Canuto, sucesivamente rey de Dinamarca y de Inglaterra, que realizó algunas cosas importantes, pero que ha quedado en la memoria de los hombres por un insólito episodio. El rey Canuto, como hombre de su tiempo, tenía una concepción mágica y animista del mundo y la naturaleza y poca o ninguna idea de que pudieran existir leyes que rigen los fenómenos naturales. El caso es que, cierto día, por motivos esotéricos, el rey Canuto decidió poner fin al daño que las altas mareas ocasionaban en algunos pueblos ribereños. Para ello, se trasladó con su corte a la orilla del mar a la hora de la marea baja, levantó su trono, se sentó en él y, con el cetro en la mano y la corona en la cabeza, ordenó al mar que permaneciera en la marea baja. Varias horas estuvo el rey Canuto en su insólita ceremonia hasta que la marea ascendente llegó a los pies del trono, cubrió la silla y los cortesanos, asustados, tuvieron que sacar al rey en andas chorreando agua. De esta manera estrafalaria aprendió Canuto que había leyes naturales que para nada toman en cuenta la voluntad de los reyes.
Hoy sabemos mucho más que hace mil años sobre las leyes naturales y hemos empezado a aprender bastante sobre esas otras oscuras leyes que rigen la conducta de los hombres en sociedad y que, en buena parte, son producto de su propia naturaleza.
El súbito y descomunal fracaso del sistema comunista en el mundo ha servido para poner de manifiesto que, como señalaron los economistas clásicos, existen también ciertas relaciones naturales que rigen la actividad de los hombres en sociedad, si no con la inquebrantable perfección de la gravitación universal, sí por lo menos con una innegable tendencia a permanecer y repetirse.
Arnaldo Otegi, de vuelta de algunas cosas de su pasado, sigue sin embargo creyendo como el rey Canuto que la política es hacer lo que ellos dicen sin darse cuenta de que existe una tozuda realidad para desmentir el dogmatismo de quienes siguen sin aprender en cabeza ajena. Ahora, su bandera es el procés y quizás por esto ERC no les pide para pactar con ellos el mínimo gesto humano de condenar el atentado de Hipercor, en pleno centro de Barcelona, que mató a 21 trabajadores. Sí, ya sé que el fin justifica los medios para este tipo de izquierda.
Tampoco es muy comprensible que no hayan querido una candidatura conjunta en Nafarroa cuando lo que se juega en el Viejo Reino es que el hambre y las ganas de comer de la derecha más rancia y antiforal no se unan para acabar con todo el trabajo hecho. Pero ellos son esencialistas y dogmáticos y su brújula política y moral anda un poco asilvestrada.
Y aunque es cierto que aciertan cuando rectifican, no les gusta nada reconocerlo y, como el maestro Ciruela, se suben al podio y comienzan a dar clases de moral, política, cívica y buenas costumbres. Lo malo para ellos es que su credibilidad es casi nula y no terminan por aprender que se logra más con humildad y pequeños pasos que con chulería de Herriko Taberna y puño en alto tras la pancarta.
Y es que llama la atención que sean alérgicos a la palabra “condena” y ahora a la afirmación “Matar fue injusto” en referencia no solo a ETA sino también al GAL, al Batallón y a las torturas policiales. Su baremo ético parecería que es de todo a cien y tratan de justificar su nula empatía con argumentos infantiles increíbles para un adulto serio. Para colmo, tampoco asistieron al homenaje a Isaías Carrasco en Arrasate ni se han condolido de esos recibimientos humillantes a presos que vuelven a casa tras una larga condena por haber quitado la vida a un ser humano.
Pero lo que más me ha divertido es el tono grandilocuente y el programa que nos ha anunciado Arnaldo Otegi para su trabajo en Madrid. Ellos van a ese Foro a lograr el ejercicio del derecho de autodeterminación, palabra mágica que no es otra cosa que el derecho a decidir, programa de un denostado Sabino Arana en 1895 cuando lo resumió todo en siete palabras “Euzkadi es la Patria de los Vascos”. Ahora, ellos, para no contaminarse con el creador del concepto, nos hablan de Euskal Herria ya que la historia comienza en 1960 con ETA y su lucha armada, y de que el PNV en cuarenta años no ha logrado se culmine el Estatuto.
En 1978, EAJ/PNV pudo haber ido a la discusión constitucional con esa misma mochila, como hizo legítimamente Francisco Letamendia Ortzi (en la fotografía con Arzalluz), quien duró en aquel foro año y medio mientras la hormiga jelkide, siguiendo la vía de la Reintegración Foral Plena, es decir, la eliminación de todas las leyes abolitorias de los Fueros, lograba el reconocimiento de los Derechos Históricos previos a cualquier texto hispano, que se reconocieran las nacionalidades, se devolviera el Concierto Económico para Gipuzkoa y Bizkaia y se pudiera montar todo el tinglado autonómico actual en una situación agónica... además de que Leizaola volviera del exilio. Bagatelas para ese mundo del todo o nada. Ellos lo iban a lograr “sin claudicaciones” apoyando la lucha armada, el asesinato y la extorsión, el secuestro y el robo. Ya vemos el éxito obtenido. Sí, ya sé que les molesta que les recordemos estas cosas de su inmenso fracaso ético y político, pero conviene saber con quién se juega uno los cuartos al escuchar las argumentaciones en relación con la propiciada e injusta dimisión del consejero Darpón y la negociación presupuestaria.
Pero es que, además, el reconocimiento al ejercicio del derecho de autodeterminación lo planteó el PNV, junto a EE y EA, en 1990 en el Parlamento Vasco, foro al que no acudía la entonces HB porque lo consideraba un parlamentucho autonomista e incompleto (al parecer han rectificado). La prueba es que se volvió a plantear la discusión en 2014, esta vez con la IA, sin olvidarnos del llamado Plan Ibarretxe que el lehendakari pudo defender en aquel hemiciclo con claridad gracias a dos votitos limosneros de EH.
Otegi nos dice que van a Madrid como el rey Canuto a obligar a España a reconocer el derecho de autodeterminación. Excelente idea. Veremos cómo lo plantea y hasta dónde está dispuesto a llegar. Mientras, no estaría nada mal que aprendan a hacer política y no envíen desde Madrid telegramas a Trump, no se abstengan en relación con el Cupo o no voten contra Sánchez y sus presupuestos, lo que ha propiciado el adelantamiento electoral y todos sus riesgos de dar alas a una derecha carnívora.
Como el rey Canuto, no va a ser fácil que esta pirotécnica izquierda abertzale que por decenios desdeñó la política, el acuerdo y la economía libre y se afilió en muchas formas al modelo planificado soviético y la revolución cubana, no encuentre serias dificultades para alcanzar una rectificación a fondo de su política esencialista. El contraste entre los países democráticos, con valores, respeto a los derechos humanos y de economía de mercado, por lo general prósperos, y los de economía intervenida y planificada, generalmente en dificultades o arruinados, no permite ninguna duda. Y lo aconsejable es a su debido tiempo cambiar el chip dogmático y hacer las reformas y los planteamientos políticos necesarios para no encontrarse, en alguna forma, en el ridículo caso del rey Canuto.