Cuando en el último Pleno en el Ayuntamiento de Deba se leyó prácticamente la condena a muerte a la Escuela de Arte de Deba, me imagino revolviéndose en su tumba a Jorge Oteiza, despotricando la pérdida de otro de sus maravillosos legados.

Los que valoramos el arte por algo más que el dinero sabemos que pocos trabajan por amor al arte, y que algunos “pragmáticos”, en vez de visualizar soluciones al estado actual de la Escuela, solo echan paladas de tierra para enterrarlo lo antes posible, aduciendo todos lo errores ajenos y ninguno de su propia mediocridad.

Pero hay soluciones y muchas. Para empezar, denominarlo Escuela de Arte (DEL) Deba, e implicar al Alto y Bajo Deba en este proyecto, que sea la desembocadura de todo el arte que atesora. Siendo realistas Deba no sabe, no puede y, lo peor, no quiere reflotarlo. A los hechos nos remitimos.

Sería imprescindible retomar la opción de dar titulaciones académicas homologadas, negociando con los departamentos de Educación.

Negociar con los ayuntamientos el mantenimiento de sus patrimonios histórico-artísticos, y realización de esculturas, estatuas, obras de arte... En definitiva, desde esta escuela.

Exponer trabajos en galerías, hermanamiento con el Museo Oteiza, reivindicando el arte vasco pero universal. ¿No les suena Albaola? Ejemplo de que la pasión venció a los escépticos. Pues eso. Ayudemos a que el maestro Oteiza descanse en paz, salvemos el arte, salvemos su Escuela (del) Deba. El vacío que planteaba era otra cosa, estaba lleno de imaginación, que es lo que hace falta en esta coyuntura. Estamos a tiempo. Animo a todos a dar lo mejor de cada uno.