La burra de Balaam
Balaam fue un personaje bíblico, profeta en Mesopotamia, que aparece citado en el libro de los Números. Un día Balac, rey de Moab, le mandó emisarios con ricos regalos, si consiente en maldecir a los israelitas de Moisés y Josué. Yahavé se lo prohíbe pero Balaam, condicioso él, se levanta por la mañana, enalbarda su asna y se pone en camino con los emisarios de Moab. Balaam, iba ensimismado pensando en sus riquezas cuando de pronto la burra se para de golpe. Un ángel invisible, espada en mano, le corta el camino dispuesto a ejecutar al díscolo sacerdote. Balaam, golpea al animal en las ancas, pero sigue inmóvil. El ángel, por fin se hace visible y Balaam, temeroso, se ofrece a regresar. El ángel le ordena continuar y bendecir a los israelitas. Así lo hace el profeta en tres ocasiones, despertando la ira de Balac. Ayer algunos comentaristas comparaban al Tribunal Constitucional con el juicio de Salomón. Yo lo percibo más como la burra de Balaam. Rajoy acudió al Constitucional reclamando la impugnación de Puigdemont. El Alto Tribunal se puso en camino, a pesar del dictamen del Consejo de Estado. De pronto la burra se pasmó y quedó atascada en medio de una vía tan farragosa. Tanto los letrados, como el magistrado ponente proponen el rechazo al recurso del Gobierno. El Constitucional golpea con sus talones la grupa del animal, pero éste sigue paralizado. Se inicia una árdua negociación en la que no se maldecirá del todo a Puigdemont, pero para nada se pretende incomodar al Gobierno. Los magistrados intentan conformar al ángel, y reconocen el derecho del candidato, pero se teme la ira del rey de Balac y se establecen una serie de medidas cautelares que entorpecerán la investidura independentista. Será imposible “a través de medios telemáticos ni la sustitución por otro parlamentario”. Además se precisará “la pertinente autorización judicial”. Y los diputados exiliados no podrán delegar su voto. La burra de Balaam sigue varada, pero Puigdemont ya planea pedir la autorización del juez Llarena.