Sin acritud
El pasado domingo la plaza de Lazkao acogió un acto de homenaje a Belén González Peñalba, presa de ETA fallecida hace unas fechas. No es mi intención hacer leña del árbol caído sino realizar una serie de reflexiones al socaire del acto reseñado.
1) ¿No podrían Sortu y conversos de última hora, como Peio Urizar, de EA, y Oskar Matute, de Alternatiba, tener un mínimo sentido de sensibilidad para soslayar que tomara la palabra Antton López Ruiz, Kubati, a quien, reconociendo que ha cumplido su pena y que por tanto goza de todo tipo de derechos, muchos lo llevamos grabado en la mente a sangre y fuego, y que tuvo el pésimo gusto de presentar a la difunta como una mujer “de su tiempo, volcada en la lucha por los trabajadores”, expresión esta última especialmente dolorosa, cuando hace unas fechas se ha rendido un homenaje, más que tardío en mi opinión, a todos los empresarios vascos que fueron víctimas de la extorsión, cuando no del asesinato y del exilio?
2) Cuando leo los calificativos dedicados a Carmen, aparte de los citados en el párrafo anterior, tales como “comprometida, crítica, etc.”, conociendo su historial delictivo, llego a la tristísima conclusión de que en este país hay gente absolutamente irrecuperable para una sociedad en paz y democracia. En fin, solo deseo, desde la mayor sinceridad y humildad, que mis tristes augurios sean consecuencia de mi torpeza analítica.
Desde hoy 3 de diciembre, nueve años sin la existencia de Inaxio. El recuerdo hacia él crece en nuestra alma con la distancia. En los tiempos de ETA, la prueba de la victoria del horror estaba en que contaban con personas que justificaban cada masacre. ETA matando ha sido un problema de seguridad, pero no olvidemos a una ETA ensalzada en las calles y admirada. Parece que han existido para que terminemos glorificándoles. Debiéramos ser capaces de transformar la violencia que hay en uno cultivando la apertura. Debiéramos hacer un gran esfuerzo, una gran inversión en convivencia, para un cierre ordenado de todo lo negativo que nos ha ocurrido. No deja de ser un drama que no hayamos aprendido a ver las cosas con el corazón, en lugar de con la mente, que compara y define.
A la familia de Inaxio decirle que no basta con llorar su pérdida, hay que aprender a superar el dolor que anida en vuestros corazones. Y, sobre todo, que el dolor de haberlo perdido no os quite la alegría de haberlo tenido. Un abrazo de paz.