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La salamandra

Mercè Rodoreda es la gran escritora en lengua catalana del siglo XX. Publicó poesía, teatro y varias novelas. Su obra principal es La plaça del Diamant (1962), traducida a 40 lenguas. Pero a mí lo que más me ha interesado son sus cuentos. En 1946 envió una carta a su amiga, escritora y periodista Anna Murià en la que le contaba que había renunciado a la novela e “intento escribir cuentos, con mucho esfuerzo he terminado uno”. Pero jamás se rindió y en un párrafo posterior le anunciaba su absoluta determinación de seguir en el empeño. “Pienso escribir unos cuentos que harán temblar hasta a Dios”. Acabo de leer uno de ellos : Mi Cristina y otros cuentos (1976). Al terminarlo, yo simple mortal también he temblado pensando en Catalunya. “El invierno era oscuro y liso, sin hojas, tan solo con hielo, y escarcha, y luna helada”, empieza la narración. “No podía moverme, porque andar en invierno es andar delante de todo el mundo y yo no quería que me viesen. Y cuando llegó la primavera con las pequeñas y alegres hojas, prepararon el fuego en medio de la plaza, con leña seca, bien cortada”. Relata seguidamente, que fueron cuatro hombres, a los que luego se sumaron otros, le arrancaron de su casa, y la arrastraron hasta el montón de leña. La ataron de pies y manos, rodeada de una multitud que cantaba la canción de la bruja quemada. Intentaron prender la hoguera, pero no lo consiguieron asegurando que la bruja se lo impedía. Entonces, el cura roció la fogata con agua bendita, pero la leña no ardía. Trajeron finalmente un puñado de teas, y la hoguera sacudió su melena pelirroja envolviéndolo todo. La muchedumbre, jaleada por los medios de comunicación, exhaló un suspiro de satisfacción. El fuego crepitaba y mordía cruelmente a la alcandora, arrancándole ayes de dolor. La anciana cambió de forma y el gentío huyó despavorido: ¡Es una salamandra gigante! Ocurre a veces, que al prender una hoguera (por ejemplo, el 155) puede generarse una metamorfosis y la bruja transformarse en un depredador.