Los ‘perdedores afortunados’
Los hechos y las situaciones políticas corren a velocidad de vértigo, resulta imposible rescatar del día a día que van cambiando el criterio de la población, al albur de hechos y situaciones más o menos rocambolescas. Tenemos frente a nosotros una situación, Catalunya y Euskadi, que desde el Estado español se niegan a reconocer y utilizan para ello la pataleta de los niños mal criados. Resulta sorprendente apreciar las medidas “políticas”, dicen ellos, que superponen día a día desde el Gobierno de la nación española para entorpecer y colocar palos en la rueda del “devenir político de Catalunya” y por ende de Euskadi. Tanto cuesta reconocer en el Estado español y en su Gobierno que tienen dos naciones sobre la piel de toro hispana que solicitan sean aceptadas después de un referéndum como naciones independientes de España. Utilizar todos los medios de castigo nunca ha sido bueno para reformar la actuación de un niño. Por lo mismo utilizar fórmulas de poder y privaciones ante aquellos que solo quieren ser en libertad lo que ellos mismos decidan, resulta una actuación pedagógicamente incorrecta. Racanear ante las pretensiones y solicitudes que desde los gobiernos catalán y vasco hacen al Estado español, lo único que consigue a estas alturas del siglo XXI es incrementar de manera notable el número de personas que sienten sufrir una violación de su libertad política. Si entendemos el fracaso como una frustración o derrota; pensemos por un momento que un competidor inferior -Catalunya o Euskadi- puede considerar un éxito el simple hecho de competir con un rival de superior categoría, el Estado español, aunque salga derrotado del referéndum, llegando a considerar que todo se debe a una injusticia o mala suerte. Mientras que el vencedor Estado español obtiene una victoria pírrica. Algo que siempre es más útil para el derrotado que para el vencedor.