Intromisión
Un verano más, nuestros vecinos tratan de darle al balón con los productos de su “intromisión” en terreno acotado. Se ve que tomaron nota de aquellas palabras de Loren cuando animaba, con todo descaro, a extender la captación de valores a tierras cercanas. Porque de intromisiones la Real sabe un montón. Ahí está esa pretensión de erigirse en representante único del fútbol guipuzcoano, cuando aquí los equipos son más de noventa, alguno incluso más antiguo, como el Beasain. Ahí está ese pretendido derecho a llevarse a los más prometedores a precio de saldo, con el amparo de las instituciones, en una simbiosis política-deporte que trae a la memoria lo peor del pasado. Ahí, esas escuelas de fútbol en provincias limítrofes y sus colaboradores en Iparralde, para la pesca de arrastre, y los fichajes a golpe de talonario en los cinco continentes. Todo, de la cantera, claro. De cantera nos decían que era Griezmann, por sus años en Zubieta. Con ese criterio, no es extraño que el Athletic se meta en corral ajeno: unos meses después, ellos también serán de la cantera de Lezama. No es cuestión de desfachatez, que también. Es que se confunden interesadamente conceptos antitéticos: con criterios de mercado se llevan de otros equipos sin miramientos a los jugadores ya formados que les interesan y con criterios románticos pretenden retener a los propios y a los supuestamente asimilados. Que digan de una vez en detalle -que ya es hora- cuánto se embolsa cada uno de esos jugadores, para que sepamos si todo eso tiene algo de romántico.