Vacía es un decir; vacía de personas, animales o cosas. Llena de arena, viento, aguacero y mar picada. Lo que el vulgo llama mal tiempo y ni los surfistas dan señales de vida a pesar del neopreno. Es entonces cuando algunos disfrutamos de la arena, del viento y del agua, a riesgo de soportar aguaceros planos y el humor del cielo, que es otra forma de disfrutar la vida.

La naturaleza brava te muestra la otra cara de la vida. Tumbado en la arena, relajado a un palmo del sueño, oyes el sonido del mar como un laboreo continuo entre las rocas y escuchas las sílabas del agua en la piedra; y en la orilla, allí donde acaba el mar roto y empiezan tus propios pies. Y aunque parece que te consagras a la pérdida del tiempo por el caminar cascorbo de jinete viejo y aires de perro apaleado, nadie sabe que tal vez tienes el corazón petrificado por el susto del amor o de la muerte.

Mientras tanto los políticos firman sus acuerdos, que para unos serán el maná y para otros la bajada de pantalones o de bragas; y que una de las partes amenaza con incumplir si la otra huye del vasallaje; y para esotros los acuerdos son la ignominia y el mercadeo. Hay para todos los gustos. Es la vida misma llena de poliedros. Los niños están con sus padres o abuelos, si es día de fiesta. La campana llama a misa y avisa que alguien ha muerto. Descansen en paz.