No nos moverán
Es la gran canción protesta contra el sistema, inmortalizada en los años sesenta y setenta por Joan Baez y Pete Seeger. En realidad, los que saben de esto cuentan que la melodía nació en febrero de 1916 en el bando francés durante la batalla de Verdún, la más larga y la segunda más sangrienta de la Primera Guerra Mundial. Luego, tomó carta de naturaleza en el bando republicano español, al conjurarse los milicianos para no dejar entrar a las tropas franquistas en el interior de Madrid. El tema volvió a escucharse por el callejero madrileño durante el franquismo y la transición cuando grupos antifascistas se enfrentaron a las cargas policiales. Ahora paradójicamente, son los nostálgicos fascistas los que pretenden usurpar y apropiársela, resistiéndose a cambiar las denominaciones franquistas en las calles y plazas de las ciudades españolas. El Comisionado de la Memoria Histórica de Madrid acaba de elaborar un informe, proponiendo la modificación de 52 calles de la capital, encontrándose en algunos puntos fuertes resistencias como en la calle del General Millán Astray, protagonizadas por varias agrupaciones y la Asociación de antiguos legionarios. El Comisionado ha entregado la lista a la alcaldesa Manuela Carmena, con la respuesta de que se aplicará la legislación al pie de la letra. La relación está resultando sin embargo muy criticada por otras asociaciones de la Memoria Histórica que aprecian en ella muchas ausencias y “un reiterado y cuestionable intento de colocar en el mismo plano a víctimas y verdugos, a desaparecidos y beneficiarios de un golpe de Estado antidemocrático que fue seguido de crueles represalias”. También se protesta por “la escuálida presencia de nombres femeninos” en sustitución de las placas condenadas a ser retiradas. La resistencia de determinadas agrupaciones e instituciones a facilitar el cumplimiento de la Ley evidencia que el franquismo no es una lacra del pasado ya superada, sino que sigue siendo todavía una realidad en muchos rincones de la España del siglo XXI.