Síguenos en redes sociales:

1969

En un sugerente artículo publicado hace unos días, el escritor Martínez de Pisón recordaba dos hechos históricos de alcance mundial que ocurrieron en 1969: la llegada a la Luna y el envío del primer mensaje digital, embrión de lo que hoy conocemos como Internet. Con esos dos acontecimientos quería demostrar que, en contra de lo que habíamos imaginado, el futuro no eran naves espaciales y colonias planetarias sino la conquista electrónica de los seres humanos, un escenario que ya ha llegado. Se calcula que en el mundo hay 7.500 millones de móviles, más que personas, nutriendo sin parar a las grandes compañías de Silicon Valley con valiosísima información personal que sirve para engordar el Big Data. Pero lo más sorprendente no es ni el imparable desarrollo tecnológico de la electrónica ni el desaforado consumo de los dispositivos vinculados al ciberespacio, sino la facilidad con la que los gigantes de Internet han traspasado las barreras de nuestra intimidad. De ahí que ya ni extrañan noticias como la de esa empresa belga de marketing digital, Newfusión, que ha implantado bajo la piel de algunos de sus empleados un microchip que permite abrir las puertas y acceder al ordenador de la oficina. Asegura la compañía que se trata de algo voluntario. Exactamente eso es lo más alucinante.