El informe Kinsey
En la sala de cultura de Lugaritz se está desarrollando durante todo este año y, una vez al mes, un ciclo de cine-forum en el que se tratan temas humanos de actualidad en el cine. Se proyectan películas como Diamante de sangre, Solas, Las invasiones bárbaras, Los últimos días del Edén, Intocable, Quiero vivir, etcétera.
En la introducción realizada por un trío cualificado de profesionales y en el fórum posterior a la proyección se han expuesto con gran participación de público los diferentes temas tratados como el papel de las multinacionales, el aborto, la eutanasia, la conservación de la naturaleza, la pena de muerte, las relaciones humanas, etcétera.
Hoy, vamos a tratar con la película norteamericana Kinsey el tema del sexo en la vida humana. Es una película dramático-biográfica del año 2004 escrita y dirigida por Bill Condon, de 118 minutos de duración. En ella se relata la vida del sexólogo Alfred Kinsey, que realizó un informe sobre el comportamiento sexual humano, el famoso Informe Kinsey. Su publicación provocó un gran revuelo social en la cultura occidental y en la sociedad estadounidense en particular, que vio cómo la obra desmitificaba muchos aspectos de la sexualidad humana.
El film es un estudio científico, pero cinematográficamente muy atrayente, sobre el papel del sexo en la vida humana. No se ciñe a la moral sexual tradicional. Más aún, afirma que estadísticamente hablando las manifestaciones del sexo que se dan en el matrimonio son una parte muy pequeña de las que en realidad existen en la sociedad.
Aporta datos estadísticos sobre la masturbación desde la infancia pasando por la adolescencia, la vida adulta y la ancianidad. Afirma que el hombre adulto promedio menor de 35 años se masturba aproximadamente 70 veces al año, mientras que los mayores de 35 lo hacen alrededor de 33 veces. Igualmente afirma que la manipulación genital es la forma de masturbación más difundida (95%) en los hombres y que es mucho más frecuente de lo que se cree en el grupo de mujeres “sexualmente maduras”, pues el 30% de las casadas complementa su vida sexual con la masturbación.
Según los sexólogos se dan dos opiniones contradictorias sobre la masturbación ya que el acto sexual comporta dos elementos que hay que tener en cuenta. El primero es que el acto sexual tiene una finalidad que es la reproducción. Y la reproducción es sin duda un fin del acto sexual, pero para algunas ideologías y religiones es el único fin, por lo que desaconsejan como no legítimos los actos sexuales que excluyan la reproducción, como puede suceder entre los casados que no aspiran a tener nuevos hijos y en los ancianos que hayan llegado a la menopausia. Y por esto mismo excluyen la legitimidad de la masturbación.
Y el segundo elemento que el acto sexual exige, psicológicamente hablando, es la alteridad. Por lo que se excluye la masturbación como legítimo por faltarle una relación a otro ser humano. Según estos dos elementos se sitúan dos opiniones contradictorias con respecto a la masturbación.
1ª En la actualidad el onanismo o masturbación sigue siendo visto como un tabú y tachado como actividad vergonzante. La censura de la masturbación no sólo se ha expresado por parte de los sectores de la salud, sino, fundamentalmente, de la religión. Y esto, tanto desde los tiempos más remotos como en los tiempos modernos. En efecto, en enero de 1976, el Vaticano emitió una declaración tildando a la masturbación como un acto gravemente desordenado y anti-natura. Posición que a pesar de las críticas de la comunidad científica, sigue teniendo una gran repercusión entre los católicos lo cual origina en muchos creyentes el que vean acompañadas sus prácticas masturbatorias con un fuerte sentimiento de ansiedad y culpa.
Sin embargo, para una gran mayoría de científicos y para gran parte de la comunidad sexológica, la masturbación ya no sólo no es considerada como perjudicial, sino, que muchos como Mc Cary (1983) sostienen que es la forma más fructífera de responder a la máxima capacidad sexual del individuo. Por lo que la masturbación constituye un acto perfectamente sano y normal en muchachos, muchachas, hombres y mujeres tanto jóvenes, adultos como ancianos.
El informe Kinsey afirma que en la sociedad hetero-patriarcal occidental, principalmente, se ha generalizado el patrón binario por el que se es heterosexual u homosexual y así se transmite en la familia, escuela y sociedad. Más aún, se ha educado en la idea de que la homosexualidad es una tendencia diabólica o al menos una enfermedad curable por procedimientos médicos.
Nuestro autor comprueba que el interés sobre la sexualidad humana es muy reciente y que está asociado al juicio moral, la disfunción o la patología. Igualmente afirma que nuestra cultura es sexista y exige una diferenciación que se estructura en forma binaria, porque somos herederos de una tradición dualista, desde Platón a la herencia judeocristiana, como es binaria la concepción humana del alma y el cuerpo, el amor y el sexo, el hombre y la mujer, el Bien con la Luz y el Espíritu y el Mal con las Tinieblas y la Materia. En esta concepción binaria, la heterosexualidad era la norma que no necesitaba ser nombrada. La heterosexualidad se describía al principio como la atracción sexual patológica por ambos sexos, posteriormente como la atracción sexual excesiva y mórbida por el sexo opuesto y sólo desde 1934 se define como atracción al sexo opuesto. La heterosexualidad es una categoría normativa que da identidad, se regula por mecanismos de inclusión y exclusión, implica estrategias de discriminación, descalificación de lo ajeno y como afirmación de lo propio. Más tarde, en 1868, se describió la homosexualidad como una práctica sexual perseguida como sodomía.
Antes que Kinsey, el sexo no había sido tratado muchas veces en el cine. En 2005 el director de cine Ang Lee se ocupó de romper el binarismo con la película entre dos vaqueros que se ha conocido como “Los vaqueros gays”. En este film los vaqueros no son homosexuales sino que son preferentemente heterosexuales o bisexuales. Igualmente en la película El sexo de los Ángeles (2011), de Xabier Villaverde, en la que una pareja joven se enamora de un adolescente y en el desarrollo se rompe con el “binarismo normal” a nivel sexual.
En Zinemaldia de este año se han presentado cuatro películas de temática sexual en la sección oficial, dos en Zabaltegi, dos en Nuevos directores, tres en Horizontes Latinos y tres cortometrajes que se han proyectado en el Velódromo y en el Encuentro Internacional de Estudiantes de Cine. Más aún, en dicho festival se ha otorgado el 17º premio “Sebastiane” concedido por la asociación Gehitu de Gais, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales del País Vasco e igualmente se ha concedido el Gehitu de plata al director del Festival Jose Luis Rebordinos y a todo su equipo, por su decidido empeño en crear nuevos públicos, gestionar escuchando a la gente, por dar espacio a los discursos diversos y por apoyar los derechos fundamentales del colectivo LGTBI.
Igualmente en el mismo festival han concedido el contra-premio Gehitu de Hojalata a Fernando Savater por contribuir a la discriminación, por fomentar la fobia y por contrarrestar los avances sociales y legales en la diversidad, en la orientación afectivo-sexual o en la identidad de género. Principalmente por sus artículos publicados en El País como el de diciembre del 2015 titulado “Discriminar” sobre el tema de la reproducción asistida.
Kinsey trata igualmente de otras figuras sexuales como la bisexualidad. Una aceptación profunda de la bisexualidad implica revisar toda nuestra estructura moral y cultural en relación a la intimidad, la sexualidad y el afecto. La aceptación de la bisexualidad es revolucionaria a nivel teórico y cultural y es amenazante a la norma sexual general, por lo que se ve socialmente ninguneada y ridiculizada tanto como realidad, como concepto. La negación de la bisexualidad se realiza de forma contundente tanto por los heterosexuales como por los homosexuales, por lo que el efecto de esta doble oposición le obliga al bisexual a la emigración.
En fin, Kinsey nos hace reflexionar sobre el abismo que existe en nuestra cultura entre la ideología y moralidad que queremos defender y damos al instinto humano más arraigado como es la sexualidad y la práctica cotidiana sexual de todas nuestras generaciones y capas sociales.