Síguenos en redes sociales:

Las cuatro esquinas

Esta noche a las 22.00 horas se celebrará el debate de las cuatro esquinas entre los candidatos de las principales formaciones estatales. El azar ha querido, paradójicamente, que se sitúen de izquierda a derecha, Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Será televisado por TVE, Atresmedia y Mediaset, dividido también en cuatro bloques: Economía y Empleo; Políticas Sociales; Reformas Institucionales y Regeneración Democrática; Política Exterior y Pactos. No creo que sea un debate decisivo, pero sí sintomático. En teoría cada candidato explicará su programa y propuestas, pero la realidad será un fuego granizado de tres contra uno. Sin descartar puñaladas laterales. Digo tres contra uno, pero no me refiero a todos contra Rajoy, presidente en funciones, como aventura el PP, sino a todos contra Pablo Iglesias. El enemigo común a estas alturas de la porfía es Podemos; el que marca la diferencia es la formación morada; la alternativa es Iglesias. Alguien dijo sabiamente que ser diferente no es un problema, el problema es ser tratado diferente, y no me refiero a las críticas que siempre son bienvenidas, sino a aquello de calumnia que algo queda. El Monumento a las Cuatro Esquinas es un pedestal de granito que sostiene un disco de bronce, al sudoeste de Estados Unidos, en las tierras indias de los Navajos y Utes. Marca el hito fronterizo entre los estados de Arizona, Colorado, Nuevo México y Utah. Un error en la medición llevó el pleito al Tribunal Supremo que finalmente lo validó, tras acuerdo entre las partes. En el debate de esta noche creo que no habrá acuerdos. Si los hay serán solo a dos: a derecha y a izquierda. El problema es que el PSOE deberá elegir entre Rajoy o Iglesias. Todo dependerá de la importancia que dé a las emociones (ideas) o a las vísceras. Si pueden las primeras, habrá tres contra uno. Si son las segundas, podrá llegarse a acuerdos de izquierdas, incluso a formar gobierno de cambio. Claro que el PSOE también puede quedarse tieso como don Tancredo y entonces acabará pillándole el toro