Síguenos en redes sociales:

Cuarenta años de ocupación marroquí del Sahara Occidental

El sábado se cumplieron 40 años del inicio de la Marcha Verde, la invasión marroquí del Sahara. Y el sábado se cumplirán 40 años del infame Acuerdo de Madrid con que España eludía sus responsabilidades coloniales

El abandono de la población saharaui y su entrega a la ocupación marroquí ha sido uno de los actos más vergonzosos de la historia de España. También el primer acto de relevancia internacional de quien fuera monarca español, Juan Carlos I, quien representó al Estado en el infame Acuerdo de Madrid, firmado el 14 de noviembre de 1975. España, con Franco agonizante, trató así de eludir sus responsabilidades como potencia colonizadora traspasando su soberanía a Marruecos y Mauritania. Un acuerdo cuya ilegitimidad había ya establecido la Corte Internacional de La Haya. Una injusticia que documenta extensamente el historiador José Luis Rodríguez en su reciente obra Agonía, traición y huida. Desde entonces, la población saharaui vive despojada de su territorio y sometida a todo tipo de abusos. Así, tras años de brutal ocupación, una parte de la población saharaui fue bombardeada con fósforo y napalm y, tras un éxodo mortífero, conducida a través del desierto hasta Argelia, donde sobrevive en campos de refugiados. Por otro lado, la parte de la población saharaui que permaneció en la zona ocupada siguió sometida a todo tipo de abusos, como desapariciones forzosas y detenciones en centros clandestinos, torturas y malos tratos, abusos sexuales y negación sistemática de derechos civiles y políticos. Al día de hoy la población saharaui no cuenta con derechos de asociación, reunión o manifestación. El extraordinario trabajo de Carlos Martín Beristain y Eloísa González Hidalgo, titulado El oasis de la memoria, documenta con rigor científico la memoria histórica y las gravísimas violaciones de derechos humanos que Marruecos ha perpetrado en el Sahara Occidental. Dos volúmenes que dan testimonio de las atrocidades cometidas por el nuevo ocupante colonial. Un poder despótico y semiteocrático que ha prolongado hasta el siglo XXI las prácticas de expolio y saqueo.

El descubrimiento de la mayor reserva mundial de fosfatos y sus recursos pesqueros convirtieron el territorio saharaui en un objetivo para el Gran Marruecos que, según la doctrina oficial se extiende desde Andalucía a Senegal. El reino de Marruecos, que existe como Estado independiente desde 1956, ha justificado su invasión y ocupación recurriendo a argumentos disparatados como pretender que el Sahara Occidental era parte histórica del Reino, cuando en realidad Marruecos es el resultado de la desaparición de los protectorados español y francés que, establecidos en 1912, nunca abarcaron la que desde 1886 era la distante posesión española de Saguia el Hamra y Rio de Oro, luego Sahara español, que se encontraba casi 1.000 kilómetros al sur, frente a las islas Canarias. El Sahara Occidental no formó parte del protectorado español en el norte de África, que fue una estrecha banda de tierra desde la costa atlántica cercana a Larache hasta Melilla en el Mediterráneo atravesando el Rif; y tampoco estuvo en relación con el protectorado francés. Aún menos con el territorio del Blad el Majsen, dependiente del sultanato de Marruecos, cuyo territorio más meridional, la ciudad de Agadir, se encontraba a casi 1.000 kilómetros del territorio colonizado por España en el siglo XIX. Ni siquiera era considerado un territorio del Blad-es Siba, o territorio disidente al sultán, como lo fue la población rifeña. Tal y como estableció el dictamen de la Corte internacional, Marruecos nunca tuvo un control efectivo ni exclusivo sobre el territorio del Sahara Occidental. En realidad, fue España quién censó a su población, le dio documentos de identidad españoles, la incorporó a la Seguridad Social o dotó de representación como provincia española en las Cortes franquistas.

Hace 40 años, en un contexto de guerra fría y para aliviar las tensiones internas de la monarquía alauí, Hasan II, que había sido unos años antes víctima de dos intentos de golpe de Estado, organizó la denominada Marcha Verde, es decir, la invasión del territorio saharaui y su anexión a Marruecos, que se inició el 6 de noviembre de 1975. No solo ha ocupado el territorio saharaui, también lo ha dividido de norte a sur por un muro de 2.700 kms. al que ha rodeado con siete millones de minas terrestres. Marruecos, como Corea del Norte, niega a los saharauis que han quedado divididos a ambos lados del muro un derecho de reunión familiar y mantiene separados, sin haberse vuelto a encontrar, a hermanos y primos, tíos y sobrinos, amigos o vecinos. Además, tiene como práctica corriente otras formas de opresión cultural, como imponer su dialecto del árabe sobre la población autóctona que no habla darya sino hassanía. O mediante un sistema de enseñanza que ignora cualquier referencia al Sahara Occidental, su cultura, identidad y tradiciones. Un pueblo que durante siglos fue una población nómada especializada en atravesar el desierto como transportistas y que bajo dominio español se desarrolló en algunos centros urbanos: El Aaiún, Dakhla (Villa Cisneros), Asmara o Boujdour

Marruecos no solo reprime a la población saharaui, además ha impuesto un bloqueo informativo limitando o impidiendo el acceso al Sahara Occidental. La administración y servicios de inteligencia marroquíes se dedican a sobornar y, si no es posible, a intimidar a políticos y periodistas occidentales para que ignoren la sistemática vulneración de derechos humanos: para que no den noticias sobre los juicios militares e ignoren la condena, dispersión y condiciones carcelarias de activistas saharauis o la existencia de “cordones de seguridad” que, como en Palestina, el ejercito y la gendarmería marroquí han levantado para aislar y controlar a la población autóctona. Marruecos también intenta que permanezcan ocultos los negocios de empresas, en particular españolas y francesas, que se lucran con la ocupación militar del Sahara Occidental. Aunque la población europea respalda, encuesta tras encuesta, los derechos saharauis -y palestinos-, en España el bipartidismo de PP y PSOE sigue eludiendo las responsabilidades que como potencia colonizadora corresponden al Estado. Es Suecia quien en la UE encabeza la tarea de mantener la dignidad y el respeto por la democracia. En 2012, el Parlamento sueco se mostró favorable al reconocimiento de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) fundada en 1976 y reconocida hasta la fecha por 80 estados, también por la Unión Africana, de la que forma parte. Para impedirlo, fiel a su estilo de intimidación, Marruecos mantiene en vilo la apertura de Ikea en Casablanca, comprometiendo así la inversión de una de sus empresas señeras.

Recuerdo, porque me impresionó, una visita hace casi 20 años al Parlamento Europeo durante una sesión plenaria en la que los diputados portugueses reclamaban la palabra, como delfines en un acuario, para defender el derecho de autodeterminación de la población de Timor L’Este, antigua colonia portuguesa, entonces ocupado por Indonesia. Tras años de persistente denuncia, finalmente Timor obtuvo su independencia y Portugal se redimió parcialmente de su oscuro pasado. El Sahara Occidental, a cuya población España prometió, ante la ONU, un referéndum de autodeterminación, se ha convertido en el último gran territorio a la espera de descolonización. La última oportunidad de redención para España y otros países de oscuro pasado imperialista y una asignatura pendiente para la comunidad internacional.

Una tragedia política y humanitaria que reclama memoria, acción y justicia.

Marruecos es el resultado de la desaparición de los protectorados español y francés que, establecidos en 1912, nunca abarcaron el Sahara español, casi 1.000 kilómetros al sur

No solo ha ocupado el territorio saharaui, también lo ha dividido de norte a sur por un muro de 2.700 kms. al que ha rodeado con siete millones de minas terrestres