Síguenos en redes sociales:

Me gustan los toros

Lo había silenciado hasta ahora, pero el pleno del Ayuntamiento de Donostia celebrado ayer me ha obligado a confesarlo. Señores, yo como también dijo el modisto malagueño David Delfin: “No voy a los toros, porque me gustan los toros”. Y también me sumo a la afirmación del actor gasteiztarra Unax Ugalde: “Si los toros son cultura, el canibalismo es gastronomía”.

Ayer, el Ayuntamiento de Donostia que es soberano rechazó la moción presentada conjuntamente por los grupos EH Bildu e Irabazi en la que pedían que la ciudad se declarara antitaurina como ya lo han aprobado en otros puntos del Estado. Tanto jeltzales como socialistas y populares se posicionaron a favor de no prohibir los toros en Illunbe. Respeto pero no comparto la decisión, porque además, de paso, se hubiera podido evitar la visita a Donostia de un ilustre taurino. Pero tampoco me identifico con los gritos, descalificaciones y boicot a los concejales de la mayoría, durante sus intervenciones. No me gustan las corridas de toros, ni tampoco esos circos populacheros. En democracia es indispensable escuchar y replicar en el uso de la palabra, pero respetando siempre la institución. Para los que no somos electos siempre nos queda la calle, el trabajo de concienciación y revulsivo ciudadano, la imaginación (al poder), miles de iniciativas y los medios de comunicación. Desde que se inventó el eco, la voz callejera tiene tantos decibelios como la de cualquier presidente y hasta suena con más persuasión y percusión. No voy en estas líneas a intentar desmontar los tópicos que rodean las corridas de toros es una pérdida de tiempo. Pero voy a recordar aquella declaración de la Unesco en 1980: “La tauromaquia es el malhadado y venal arte de torturar y matar animales en público. Traumatiza a los niños y a los adultos sensibles... La cultura es todo aquello que contribuye a volver al ser humano más sensible, más inteligente y más civilizado”. Créanme, esta batalla está ganada.