Tribuna abierta Euskadi, patria vasca
muchos años han pasado desde entonces, mucho ha llovido hasta la fecha de hoy. Ha ocurrido de todo. De nuevo en el Aberri Eguna, el futuro político nos exige estar y actuar una vez más acorde con el tiempo real, pulsar la actualidad, interpretar y saber leer correctamente las voluntades, las ideas, adscripciones y sentimientos simbólicos, culturales, ideológicos y sociales existentes en la sociedad vasca. La crisis económica que nos rodea, invade y aturde nos implica a todos, sin exclusión, patronales y sindicatos. El futuro de Euskadi lo va a determinar la voluntad de acertar en la selección de los objetivos que van a configurar en el futuro sus próximas etapas, porque la historia del pueblo vasco no es tan solo la historia de un yo que se va explicitando en el tiempo, sino también la de un fenómeno evolutivo que recibe la mayor parte de su impulso, contenido y orientación de su interrelación con otros pueblos del mundo. Es decir, el pueblo vasco, además de ser un pueblo en sí y desde sí, también está en el mundo condicionado por la evolución general. Estimo que lo importante de los pueblos es lo que no han sido todavía, es decir, lo que quieren ser y no tanto lo que fueron los que le precedieron. El futuro de un pueblo no está implícito en su pasado ni se deduce de él, como no está implícita ni se deduce una compleja obra de arte de sus primeras pinceladas. La patria, Euskadi, en ningún caso puede ser un fetiche, no puede ser una abstracción del proyecto comunitario. Repito, la crisis, la economía, los problemas diarios acuciantes de miles y miles de ciudadanos vascos, son el problema prioritario de Euskadi. La Euskadi nacional es inseparable de la Euskadi social. Bien lo sabe el lehendakari Iñigo Urkullu.
Mucho ha llovido. El Aberri Eguna de 2015, el futuro político de Euskadi, nos vuelve a exigir, en los tiempos de crisis económica que nos rodean, actuar con coraje e inteligencia, nos demanda continuar pulsando la actualidad, interpretando y leyendo correctamente las inquietudes de la sociedad vasca. Porque hoy, igual que ayer y mañana, el futuro de Euskadi lo va a determinar la voluntad de acertar en la selección de los objetivos que van a configurar en el futuro sus próximas etapas. Lo fundamental es precisamente lo que todavía no hemos sido, es decir, lo que deseamos ser mañana, la voluntad manifiesta de querer seguir siendo, el objetivo irrenunciable de construir la nación vasca de los siete herrialdes por encima de las fronteras, ser cada vez más Estado vasco en Europa, menos dependientes, más autogobernados.
Euskadi no es patria abstracta, es el colectivo de ciudadanos, hombres y mujeres. Somos vascas y vascos concretos con nombre y apellido, con memoria histórica, símbolos, lengua y cultura, sentimiento de identidad e intereses económicos y que manejamos un patrimonio colectivo de formas mentales, imágenes, vivencias, prejuicios, mitos, símbolos, cultura, arte, lengua, hábitos, estereotipos, defectos y virtudes. Nación y patria como instrumentos para servir a las personas que estructuran una comunidad, que ni ha existido siempre, ni es previsible el tiempo que interesará que siga existiendo. Patria que tiende puentes, que no los dinamita. Pero que, mientras, como plebiscito cotidiano, quiere poder seguir siendo según la voluntad ciudadanía que conforma la sociedad.
Euskadi es patria de los vascos y es nación porque así es la voluntad de su ciudadanía, y porque manifiesta querer poder autogobernarse y autodirigir su proyecto comunitario. Una Euskadi, nación y patria de los vascos, con capacidad para la realización de un proyecto elaborado en beneficio de una sociedad vasca en la que merezca la pena vivir con todo lo que ello supone. Sin que nadie, ningún ciudadano vasco, joven o mayor, hombre o mujer, independientemente de lo que piense, color, raza o religión, y de donde haya nacido o vivido, caiga rendido, marginado e impotente y quede en la cuneta social desamparado y abandonado por la grave crisis que nos azota.
Somos un pueblo pequeño, una nación reducida en sus kilómetros cuadrados, dividida en tres administraciones y dos estados, pero una realidad latente y viva en el tablero internacional que ha pervivido a culturas mucho más poderosas y a civilizaciones que han dejado su huella como legado permanente en la historia. Hemos sabido no perder el pulso de la historia y tras largos y muy complicados siglos continuamos siendo, continuamos con la conciencia de querer seguir siendo en el futuro. Ciertamente, ha resultado sinuoso el camino que hemos labrado para convertirnos en una realidad sociopolítica, compleja, plural, dinámica y cambiante hasta configurar la Euskadi de hoy. Y a pesar de los bruscos cambios soportados, a pesar de las difíciles circunstancias a las que ha tenido que enfrentarnos, hemos mostrado reiteradamente nuestra voluntad de permanencia y de preservar en medio de las dificultades nuestras señas de identidad, nuestros referentes histórico-culturales, el euskera y nuestro sentimiento de pertenencia a una comunidad histórica por encima de delimitaciones político-administrativas. El nacionalismo vasco personificado fundamentalmente en el PNV surgió y nació como agrupación voluntaria de todos aquellos vascos que, más allá de la no aceptación del despojo político e institucional practicado en el siglo XIX en nombre de la nación española, afirmaron libremente el ser nacional del pueblo vasco y se unieron para la consecución de los derechos políticos inherentes a tal condición. Un emocionado, justo y obligado recuerdo a nuestros mayores, que en épocas especialmente complicadas y vitalmente difíciles apostaron inequívocamente por la libertad, la democracia y el autogobierno de Euskadi.
Un recuerdo justo, obligado y emocionado, sí, a aquellos gudaris y milicianos que dejaron su joven vida en la lucha contra el fascismo golpista. Y a los que posteriormente resistiendo a la dictadura nos legaron el testigo del autogobierno y de un futuro vasco en libertad, compartido y mejor. Con el recuerdo de los que soñaron y trabajaron por una Euskadi mejor, más solidaria, justa y de bienestar.
Este Aberri Eguna 2015, como los anteriores y futuros, nos compromete a seguir en la brecha de la Euskadi real, con sus ciudadanos y ciudadanas, con sus problemas, intereses y angustias. Tiempos pasados no fueron mejores en ningún aspecto. Y salimos de ellos. Juntos, como ciudadanía, como pueblo, como nación, como Euskadi. Lo repito, la crisis azota nuestra sociedad, pero nadie debe quedar en el camino. Se impone la solidaridad y la atención al desfavorecido. Lo contrario es un fracaso de la Euskadi nacional. Todos juntos construyendo el futuro de todos. Agentes sociales, empresarios y sindicatos. Cada uno en función de sus responsabilidades históricas. También saldremos de esta. Juntos todos. Como nación unida.
Termino, como he comenzado, con Ajuriaguerra: “Fuerza, eficacia y honradez”. Y con el recuerdo de los Arana, Elizalde, Kanpion, Kizkitza, Galíndez, Irujo, Landaburu, Aitzol, Lizardi, Lauaxeta y otros, bajo la alargada sombra del primer lehendakari de Euskadi, José Antonio Aguirre, y de los que le sucedieron (Leizaola, Garaikoetxea, Ardanza, Ibarretxe y Urkullu) levanto mi copa y me uno a todos los vascos y vascas, a los que viven en estas tierras y a los de la diáspora, en definitiva, a todo vasco y vasca que sienta y crea que Euskadi es su patria. Gora Euskadi askatuta!