Carta al olor del miedo
El olfato es un don del que algunos carecen parcialmente. Es como la ceguera o sordera, en las que hay grados y tiempos. No es lo mismo ser ciego o sordo de nacimiento o después de haber conocido el color de las cosas o el sonido de las palabras y de la música. Beethoven compuso la Novena Sinfonía siendo sordo. El miedo es otra cosa. Afecta a todos los sentidos a la vez, pero su característica principal es que huele. El olor de las pateras es olor a miedo de negro. El de los que mandan es a cuero sin curtir. El olor de las abuelas es a caldo de carne y hueso de ternera, gallina y verduras. El olor de las estrellas es a ozono tras las tormentas. El olor de la amistad es a hierba recién cortada. Las miradas limpias huelen a coro y orquesta, a madera y viento. El miedo infundido por el poder huele a cuadra de cerdo negro y purín. Las pantallas de televisión destilan olores duros, sobre todo en tiempos de elecciones a alcaldes, presidentes autonómicos o generales. ¿Por qué a nadie se le ocurre proponer y habilitar por ley un canal de televisión exclusivo y obligatorio para los políticos en periodo de preelecciones y elecciones, es decir, durante todo el año, para que descarguen todas sus mentiras, promesas, cinismo y desfachatez, bufonadas y sebo mental; y evitar que las pantallas chorreen olor del peor en los hogares?
Nos han educado en el miedo. Donde aquí se decía a los niños “Irás al infierno”, “Que viene el hombre del saco”, en los Países Bajos se decía y se dice: “Que viene el Duque de Alba.” Cuestión de dominio mental. Para no majar en frío la conciencia del hombre maduro se va templando en la escuela desde la infancia el hierro y golpeando día a día, repitiendo lo mismo hasta incrustarlo en la conciencia como algo consustancial. En ello son expertas las religiones. Y los políticos, que vacían el cerebro de los débiles y lo empapan de humo como a un queso ahumado. “Que todas locuras proceden de tener los estómagos vacíos y los cerebros llenos de aire.” “¡Que viene el populismo y los islamistas!, se oye por todos los medios audiovisuales”. Antes se proclamaba a todos los vientos: “¡Que vienen los rojos?, y los moros a la conquista de Al Ándalus!”, para desviar la atención del latrocinio generalizado. En África se explica todo mucho más sencillo: “Lo justo es dos manos conteniendo igual cantidad de grano”. Ese es el olor a futuro.