‘Grosse koalition’
la palabra casta es, seguro, el mayor acierto comunicativo de Podemos en su corta andadura política. En este clima que suma crisis, corrupción y desigualdad, la popular expresión delimita de manera simple y muy gráfica a los que son malos de los que son buenos. Los buenos son el pueblo y los malos todos los que se aprovechan de él, las elites que en su beneficio se apropian del bien general escudados en un sistema político que está cautivo en manos de los dos principales partidos españoles. PP y PSOE no pueden ocultar su repelús cuando escuchan la popular palabra porque saben que si a alguien designa es a ellos, a los que hay que desalojar para que surja la auténtica democracia. Por eso sorprende escuchar a la vicepresidenta del Gobierno español asumir sin complejos la condición que les atribuye Podemos. En vísperas del acuerdo antiyihadista con el PSOE y cuestionada por la falta de más apoyos, Sáenz de Santamaría los despreció y puso en valor el pacto porque ha sido firmado por “los que van a sucederse en Moncloa”. No sabemos si los socialistas piensan lo mismo, pero parece una confesión de lo que se está cociendo para salvaguardar el sistema. En Alemania se le conoce como la gran coalición (Grosse koalition) y se plantea para mejorar el país en tiempos de incertidumbre. Pero visto desde Euskal Herria, un Gobierno de ese tipo en España es para echarse a temblar. O para salir corriendo.