Sobre el culo y las témporas
Cuando uno escucha ciertos refranes como este que dice que no hay que confundir el culo con las témporas o el tocino con la velocidad, se pregunta si hay posibilidad de que haya personas que los confundan. ¡Pues sí! Aunque parezca imposible las hay. No tenemos más que echar una mirada al Ayuntamiento de Tolosa. Mejor dicho, a su parte izquierda. En él, desde hace un año se van confundiendo términos tan dispares como "colaboración", prometida en el primer pleno municipal, o "imposición", olvidando a los representantes de la mitad de Tolosa. "Sano debate" o "enfrentamiento entre vecinos" como en los casos del soterramiento de Larramendi o la recogida de basuras puerta a puerta. Ahora, en vísperas de nuestros Sanjuanes, se vuelven a confundir otros términos como "tradición" o "confesionalidad religiosa". Se dice que el Ayuntamiento participará solo en celebraciones de componente civil, entre otras cosas, dejando entrever lógicamente que no asistirá a procesiones, Vísperas, Completas, etc. de San Juan. Desde luego que ni falta que haría, pues para asistir a estos actos demostrando una falta de educación impropia siquiera del ateo más convencido, mejor no asistir.
Pero el caso es que no se trata de asistir a un acto religioso aislado. Se trata de participar en un acto ligado desde hace siglos a la tradición más antigua de nuestro pueblo (Si se molestaran por lo menos en leer los libros que algunos escribimos sobre estos temas lo sabrían, aunque es posible que no los tengan, pues a pesar de haberles regalado 80 ejemplares del último, La Enciclopedia de Tolosa, todavía no he recibido ni las gracias). Se trata, como decía,de representar al pueblo. No solamente a quienes les han elegido, como lo están haciendo hasta el momento, sino de representar también a esa otra mitad de Tolosa que ellos en el día a día desprecian. Todos sabemos lo que harán, aunque previamente nos vuelvan a marear con su terminología de manual de político "progre", en la práctica vacía: consenso, agentes sociales implicados, comisiones, etc. Para terminar, yo les pediría que por lo menos fueran consecuentes con lo que dicen y suprimieran de una vez por todas todos aquellos eventos o celebraciones de origen o componente cristiano (eso si tienen los colgantes necesarios para hacerlo). Supriman pues todas las celebraciones de San Juan, los Carnavales, las Navidades y la Semana Santa. ¡Ah! Se me olvidaba, prohíbanse también las rosquillas de San Blas.