Cartas a la Dirección
PARA este pasado fin de semana (19-20 mayo) nos habíamos apuntado al Campeonato de Dobles del Real Club de Golf de San Sebastian (RCGSS, Jaizkibel). Mi amigo tiene una minusvalía en la rodilla izquierda, y por lo tanto, siempre que juega al golf necesita buggy (coche). No por que él lo quiera, sino porque su minusvalía le impide jugar sin él. Posee un carnet obtenido tras aportar una serie de documentos médicos que le acredita como poseedor de una discapacidad que le obliga a jugar con coche para poderse equiparar al resto de jugadores. Pues en este club (RCGSS) a la hora de hacer la inscripción nos comunicaron que si él usaba coche para jugar, estábamos descalificados y sin opción a premio. En el mundo del golf se han dado situaciones parecidas. En 1987, en el US Senior Open, la USGA le prohibió a un jugador de color llamado Charles Owens usar un buggy a pesar de que tenía una grave discapacidad en una de sus piernas. Le obligaron a ir en muletas y solo pudo jugar unos hoyos hasta que se tuvo que retirar. Es una actitud despreciable que la USGA y el PGA Tour repitieron alguna vez más hasta que apareció otro jugador llamado Casey Martin. Este profesional, afectado en una de sus piernas por el síndrome klippel trenaunay, demandó ante los tribunales al PGA Tour por no dejarle usar un buggy debido a sus problemas médicos y, lógicamente, ganó. Desde entonces juega en coche. En nuestro caso, negarle el derecho a coche a mi compañero es lo mismo que negarle la participación, porque de otra manera es imposible que haga andando los 18 hoyos del recorrido. Espero y deseo que esta situación tan desagradable no se repita más en un futuro.
Mikel Celaya Aranguren