Cuenta una fábula la negociación de un escorpión y un cerdo a la orilla de un río. El escorpión pedía al cerdo que le ayudara acruzar el río pero el cerdo le replicaba que debía de no picarle en la travesía porque, envenenado, morirían ambos.

Sería absurdo que lo hiciera, replicó el escorpión mientras se montaba. En mitad del río el escorpión picó al cerdo, que susurró: "¿Pero qué has hecho?". A lo que el escorpión respondió: "¡Es que me va en la sangre!".

Decía Enrique Tierno Galván, según el socialista Alfonso Guerra, que la campaña electoral es el tiempo en el que hacer promesas que se está seguro que una vez en el poder nunca se cumplirán. Dudosa gracia. Lo que, en un momento de ataques especulativos de corporaciones transnacionales y economistas de cámara de gobiernos presuntamente maquinadores para alterar el precio de las cosas en el mercado, no se puede hundir a 300 millones de personas por un puñado de votos o por un fajo de dólares.

Europa -y tal vez no solo Europa- es un dominó. No se han rescatado países por generosidad, sino porque, si cae una ficha, caen todas. Y cuanto más grande sea la ficha, más rápidamente. Si les va en la sangre.