EL taco, ese recurso popular, que como decían en los tebeos de Zipi y Zape también forma parte del ilustrado diccionario, está en permanente guerra con una sociedad que avanza o retrocede -que eso nunca se sabe hasta que es demasiado tarde- hacia lo políticamente correcto. El Tribunal General de la Unión Europea ha rechazado registrar una marca de orujos y aguardientes de Cantabria que incluye el término Hijoputa -al lado de la expresión ¡Qué buenu ye!- al argumentar que resulta "injurioso y ofensivo" y, por lo tanto, "contrario a las buenas costumbres en una parte de la Unión Europea". El responsable de la marca rechazada, que acata pero no comparte la medida, alega que, muy al contrario, se trata de una expresión "jocosa o cariñosa", como demuestra el hecho de que se utilice cariñosamente entre amigos en diversas partes de esta variada y multicultural España que tantos se empeñan en uniformizar. Resulta curioso que, pese a estar prohibida la publicidad de bebidas alcohólicas de elevada graduación en radios o televisiones, lo políticamente correcto impida plantarle un taco a una marca, pese a que todos sabemos con qué expresión asociamos los espárragos de Navarra y todos hemos visto a algún criajo vestirse con camisetas y sudaderas de la conocida marca De puta madre 69, con el logo estampado bien grande. El problema, como casi siempre, está en quienes confunden la legalidad con el buen gusto. Pero nadie dijo que las marcas destinadas a un público adulto y bebedor tuvieran que tener necesariamente buen gusto.