Hace unos seis o siete años subí un mediodía a entrenar corriendo a Aizkorri desde el apeadero de Zegama. Bajé hasta la zona de Urbia y al tratar de regresar, despistado por la niebla y por el inminente anochecer no dí con el paso de Andraitz que me permitía volver al coche y a casa. Sin dudarlo regresé a las campas de Urbia y ya de noche tomé el camino de Aranzazu. Solo me faltaba que alguien me viniera a buscar para salir de aquel apuro. No lo dudé. -Antxon, soy Ibergallartu, me tienes que hacer un favor... Un par de horas más tarde Antxon irrumpía con su inmensa humanidad en la taberna en la que le esperaba en Aranzazu. Como siempre hacía recorrió con la mirada todo el local; no había nadie más. Si hubiera habido alguien, Antxon le hubiera conocido. De noche regresamos hablando animadamente hasta Zegama. Todavía le quedaba regresar a Tolosa. Seguro que muchos conocían a Antxon desde hace muchos más años que yo, que muchos habrán vivido muchas y más intensas vivencias con él que yo (ah! el mítico rescate de su coche en las Gorges de Bitet). Pero creo poder hablar en nombre de esos cientos de personas que hemos tenido la suerte de encontrarnos en el camino con Antxon Bandres y hacer un trocito con él. Mila esker Antxon, el Chogolisa, allí en el Portalet queda de nuestra cuenta. Agur eta ohore.