Síguenos en redes sociales:

Vigilando banderas

LA cosa es que en Euskadi hace viento. Ya saben, esa corriente de aire producida en la atmósfera por causas naturales que levanta hojas del suelo, las faldas de señoras y princesas, abre ventanas y mueve banderas. ¿He dicho acaso banderas? Pues sí, miren por donde, también mueve banderas que, según la fuerza del viento, despliegan todo su colorido, se enroscan en el mástil o se mueven flácidas si les da apenas un soplo de aire. Es un misterio aún lo que pasó el miércoles en Donostia donde la rojigualda suele ondear su poderío en medio mismo del edificio, ocupando la centralidad que le corresponde al símbolo nacional por excelencia. Posición a la que llegó por mandato de Odón Elorza bajo riesgo de inhabilitación, para que luego vayan algunos donostiarras y le dejen fuera del sillón de alcalde a golpe de papeleta. Estábamos en que las banderas suelen estar en los mástiles y que en Euskadi hace viento cuando va y salen populares y socialistas a armar la marimorena porque la enseña no lucía con la hermosura que debía. Lecciones de este capítulo: uno, que a falta de otros problemas, algunos políticos observan el comportamiento de las banderas. Dos, que a Bildu se le tiene más vigilado que a las partículas del Nanogune. Tres, que la española sigue ahí. Cuatro, que aunque Bildu gobierne, la española seguirá estando ahí, recordándonos que no hay más que una, grande y libre. Cinco, que gobernar, amigo Sancho, tiene mucho de comerse marrones. En fin, que en medio de este empacho de banderas, he sabido que Falete se presta voluntario/a para representar a la enseña patria en Eurovisión y ya me puedo ir tranquila de vacaciones.