Chomsky, Pol Pot y Laespada
En un artículo de opinión escrito el pasado 18 de noviembre, La amenaza sigue estando ahí, el Sr. Laespada, de Gesto por la Paz, recurre al lingüista del MIT Chomsky como cita de autoridad, en la que le parafrasea un fragmento de Miedo a la libertad y donde lo presenta con el sintagma "preclaro filósofo". Podía haberlo descrito como lingüista, o ensayista, o intelectual, o politólogo, pero ha optado por caracterizarlo como filósofo. Nada que objetar; no obstante, no conforme con ello, ha asociado el sustantivo "filósofo" con el adjetivo "preclaro". Por ello, en mi respuesta del 28 de noviembre doy por supuesta su admiración por dicho autor, máxime cuando si se consulta el Diccionario de la Real Academia de la lengua (2001) nos encontramos con la siguiente definición: "Esclarecido, ilustre, famoso y digno de admiración y respeto [la negrita es nuestra]".
Pero pasemos a otro asunto. En su réplica del 4 de diciembre usted afirma que este filósofo "negó rotundamente que Pol Pot hubiera llevado a cabo una tremenda escabechina en Camboya". Pues bien, al parecer, es el propio Chomsky quien le contraria cuando dice: "Indignados comentaristas nos describieron como justificadores de las atrocidades de los Khmer rojos, por un estudio que denunciaba dichas atrocidades (hecho que siempre se olvida) […]" (Guardianes de la libertad, 1990: 317). De un tenor similar es este otro comentario: "Las atrocidades en Timor y Camboya bajo el régimen de Pol Pot comenzaron aproximadamente al mismo tiempo, pero yo publiqué mi primera palabra sobre los primeros, diecinueve meses después de escribir acerca de las atrocidades del Khmer Rouge" (Las ilusiones necesarias, 1992: 197). Deliberadamente evito, por innecesario, aportar más citas que abundan en el mismo tema. En cualquier caso, si fuera cierto lo que usted sostiene y sabiendo que Chomsky negaba la existencia de las masacres del régimen de Pol Pot, cuando menos resulta sorprendente que le elija como autoridad y además le conceda el rango de "preclaro".
Respecto a lo que más me concierne, espero que se trate de una lamentable equivocación y que no haya actuado de mala fe, por lo que estaría obligado a reconvenirle, cuando me atribuye la siguiente afirmación: "el silencio público ayuda a que exista la tortura". Afirmación que, como podrá comprobar si relee mi escrito, pertenece a una carta-denuncia de Chomsky.
De todos modos, desgraciadamente, estamos ya acostumbrados en este país a que determinadas personas pretendan monopolizar el discurso de la oposición a ETA, convirtiendo en tibios a todos aquellos que osen rebatirles. En su caso, además, su réplica a mi escrito no deja lugar a dudas de que este tipo de actuación se ha llevado hasta sus últimas consecuencias al haber pretendido deslegitimarnos: a mí, desvirtuando mis palabras, y a Chomsky -al parecer el ya no tan "preclaro" filósofo- haciéndose eco de la leyenda sobre Pol Pot alimentada por sus adversarios.