NO tengo más remedio que contestarle al señor González Merino para defender el buen nombre de la institución que dirijo. Él me metió en la polémica de los alardes criticando injustificadamente al Ararteko, y lo sigue haciendo con argumentos que no se sostienen, lo cual me obliga a rebatir algunas afirmaciones que formula. En efecto, la ley reguladora del Ararteko impide que intervengamos en litigios entre particulares o cuando una cuestión sea objeto de un procedimiento judicial. Pues bien: 1- La razón de la intervención del Ararteko nunca ha sido interceder en un supuesto conflicto entre particulares sino la defensa del derecho de igualdad de las mujeres en el ámbito relacional entre el sector de la ciudadanía irunesa que promueve el Alarde mixto y los poderes públicos, particularmente el Ayuntamiento de Irun; 2- El Ararteko no puede tramitar expedientes sobre temas cuyo objeto y sujeto sean plenamente coincidentes con los de un procedimiento judicial. Ocurre que en torno a los alardes son muchas las cuestiones que devienen en quejas ante el Ararteko o en demandas judiciales, y siempre que no se dé la coincidencia señalada estamos obligados a intervenir. El TSJPV ha dictado tres resoluciones sobre temas diferentes relacionados con los alardes y el Ararteko cuatro, dos de ellas anteriores a mi designación como máximo responsable de la institución; 3.- El Ararteko es el alto comisionado del Parlamento Vasco para la defensa de los derechos de las personas ante las administraciones, y ningún grupo parlamentario ha cuestionado nunca ni la competencia para actuar como lo hemos hecho en el conflicto de los alardes ni las conclusiones a las que hemos llegado; 4.- Todo cuanto decimos sobre los alardes en los informes anuales que exponemos ante el Parlamento Vasco o en diferentes declaraciones no son opiniones personales sino argumentos construidos con rigor contenidos en las resoluciones mencionadas.

Acabo con una idea muy oportuna: en una democracia la voluntad de las mayorías está supeditada al respeto a los derechos fundamentales de las personas, de manera que no se puede imponer sobre los derechos de las minorías. Con ella pongo punto y aparte a este debate epistolar, ofreciendo a quienes critican al Ararteko por su posición sobre los alardes una reunión para debatir serenamente sobre la cuestión