Estamos en época estival y parece que todos los problemas se diluyen. También parece que todo el mundo sale de vacaciones. Ni una cosa ni otra son verdad absoluta. No hay duda de que en general nos relajamos un poco, cambiamos el ritmo de vida, prolongamos los paseos y algunos hasta hacemos excursiones por los alrededores que, dicho sea de paso, son preciosos.

Tenemos tiempo y afición para asistir a los cursos de verano de la UPV/EHU y, mientras gozamos del aire y del paisaje en el Palacio de Miramar, escuchamos a personas de renombre dar conferencias sobre -en este caso- rehabilitación de barrios. Ejemplos como Barcelona, Zaragoza, Sestao, nos ponen al día de lo que se puede hacer. Oímos hablar también sobre las asociaciones vecinales con calificaciones tan suaves como "grupos de demagogos oportunistas" si bien, todo hay que decirlo, fueron rectificadas en el debate.

Pues bien, después de recibir interesante información sobre filosofías de rehabilitación y reconstrucción de barrios periféricos y céntricos, con sus vacíos y asignaturas pendientes y su marco normativo, vuelvo a mi barrio, Herrera, al que se le pueden atribuir, desde el marco político-universitario-técnico del que hablamos, adjetivos como vulnerable o degradado.

Cuando este colectivo habla de actuar sobre los barrios, dan la impresión que van a hacerlo sobre un espacio sin vida, desértico, como si no hubiera nadie o por lo menos, nadie de importancia; como si todo se fuera a crear, como si los parámetros que ellos fijan fueran indiscutibles, como si la cohesión social de la que tanto hablan y que se comprometen a iniciar, no fuera ya una realidad. Si no ¿cómo entiende esta gente que existan movimientos vecinales que intentan hacerse escuchar, que intentan aportar ideas basadas en su conocimiento y en la defensa del espacio público para el uso público? ¡qué poco conocen la realidad en la que quieran actuar! y, sobre todo ¡qué poco parece importarles ese desconocimiento!

Por esto, mientras en unos ámbitos se reflexiona sobre el porvenir de los barrios, mientras oímos decir a un político municipal que prefiere decantarse hacia los nuevos barrios más que a la rehabilitación de los viejos, nosotros, la gente, aguantamos unas realidades agresivas, máquinas que hacen un ruido y provocan unas vibraciones que recuerdan a los helicópteros en el aire sobre nuestros tejados horas y horas, polvo, contaminación, pasos peatonales arriesgados, contenedores de basura invadiendo la única acera por la que la gente accede al Topo y ratas inquietas e inquietantes.

Y todo esto en verano, de lunes a sábado, porque nosotros entramos en esa otra versión del Centro de Atracción y Turismo: "ni centro, ni atracción, ni turismo".

Lo que no sabíamos, y nos deja perplejas, es que, en nuestra comunidad, la administración educativa llevara una política de beneficiar al colectivo de profesoras y profesores de religión en detrimento del resto de los trabajadores del sector educativo.

Vayamos por partes. Los profes/as de religión son designados por los obispos. Esto quiere decir que su sistema de acceso al sistema público de enseñanza es "vía espíritu santo", personificado en el obispo de su diócesis, que le concede la "misión canónica", licencia de la iglesia católica para impartir clase de religión. Desde que en el curso 2008/09 la religión quedó fuera del horario lectivo en bachillerato, hemos visto flaquear mucho la fe de nuestro alumnado. Como consecuencia de este descenso de fe, algunos profesores y profesoras de religión tenían menos horas de clase para impartir y por lo tanto problemas para completar horario.

Aunque somos gente de poca fe, no nos extrañó que el Gobierno Vasco y los sindicatos ELA, UGT y CCOO firmaran un acuerdo para que nuestras compañeras y compañeros solucionaran estos problemillas. Lo que nos extrañó, asombró y dejó patidifusas fue el acuerdo en sí. ¿En verdad la única solución es que nosotras, tanto funcionarias como interinas e interinos, les "cedamos" nuestras horas? Porque después de leer y releer el acuerdo es lo que entendemos.

Según el acuerdo firmado por el Departamento de Educación y ELA, CCOO y UGT, (Mayo-2009) "los profesores de religión, en el caso de que las horas de religión no sean las suficientes para configurar plaza, se aplicará la misma normativa que al resto de laborales, por lo que accederán a plazas mixtas, diseñadas con las horas de religión y otras actividades docentes, incluidas las horas lectivas de otras asignaturas acordes con su titulación."

No lo podemos entender. ¿Esto quiere decir que un profesor/a de religión puede exigir que le completen su horario con otra asignatura, aunque no sobren horas entre los que imparten esa asignatura, desplazando a un funcionario/a con plaza? ¿Y pasa por delante del personal interino y sustituto de esa asignatura?

Y a partir de ahí somos un mar de dudas. Porque hemos preguntado, leído e indagado y nuestra fe se ha tambaleado como la del beato Tomás de Kempis cuando descubrió que le habían enterrado vivo.

Somos conscientes de que los caminos del señor son inescrutables, pero nos gustaría que se hiciera un poco la luz, porque la verdad es que está todo muy oscuro.

Y las dudas y preguntas cada vez son más y más, y no parece que nadie, ni la administración ni los sindicatos, quieran aportar algo de claridad en este lado oscuro del Edén.

Reconocemos, como San Agustín, que nuestra mente es pequeña para comprender los planes de la Iglesia y la Administración para el profesorado de religión. Pero mirando al pozo que hemos conseguido hacer en la arena, sólo una cosa nos parece que queda clara y confirmada. Si quieres un trabajo seguro en estos tiempos difíciles ¡Apúntate a profe/a de religión!

Mª Jose Molina, Arantza Lekuona y otras diez firmas más