“No nos enseñaron a abrazar la incertidumbre”
En su última publicación, Ismael Cala explica 11 principios, un camino hacia la transformación del ser humano en un líder capaz de empezar a marcar la diferencia en su vida y en la de los demás. “El libro es el resultado de un proceso de investigación sobre el camino hacia la felicidad la plenitud y la autorrealización personal”, explica. En “Fluir para no sufrir” desarrolla las definiciones de cada uno de los once principios e invita a la reflexión. Incluye anécdotas personales, fábulas poderosas y ejemplos de la vida real, para que “quien lo lea pueda aplicar cada principio en su vida diaria”, añade Cala.
Tras la pandemia recibo cada vez más libros sobre autoayuda, búsqueda de la felicidad. ¿Tan tocados nos ha dejado la pandemia? ¿Tan nihilistas andábamos?
Este libro no ha sido el resultado de la pandemia porque venía trabajando desde hacía cinco años, desde finales del 2017 y principios del 2018; me puse a trabajar con un equipo multidisciplinar en un modelo de liderazgo que, emulando las cualidades del bambú, pudiera extrapolarse al ser humano en el mundo de hoy. Sin embargo, la pandemia nos sacudió el piso, nos cambió las reglas y nos hizo entender que el tema de la salud mental había que atenderlo de frente, porque lo íbamos a sufrir todos, ya que no estamos acostumbrados a tanta frecuencia de cambios; no nos enseñaron a abrazar la incertidumbre. Queremos vivir con un modelo de certeza y seguridad que es imposible de garantizar en el mundo donde vivimos hoy. La pandemia ha sido un gran catalizador; incluso a nivel corporativo, las empresas han empezado a hacer formación de inteligencia emocional, manejo del estrés. Por eso es cierto que hay más literatura de desarrollo humano, de espiritualidad, de neurociencia, de psicología; la pandemia ha abierto más necesidad.
Los cristianos hablan del valle de lágrimas, de pariras con dolor, de trabajar duro con sudor en la frente. ¿Es posible alcanzar una vida humana sin sufrimiento?
El dolor es parte de la experiencia de la vida humana; el dolor produce sufrimiento. Hay cosas que me van a doler pero es inevitable en la vida. Seres queridos que voy a perder, duelos que tengo que vivir, eventos que no me gustan pero que forman parte de esa aventura que es la vida. Lo que ocurre es que nosotros, a medida que nos hacemos más sabios y vamos ganando en experiencia de vida, tendríamos que ser capaces de que los duelos nos fueran más fáciles y no nos quedáramos estancados en sufrimiento innecesario o en etapas de negación de algo que ha ocurrido y que no puedo cambiarlo. Como dice una frase: el dolor es inevitable, pero el sufrimiento extendible podría ser evitado.
¿Por qué dice que el título de su libro no es un eslogán, sino una filosofía de autoliderazgo?
Es muy fácil convertir en un cliché esto de decir “fluir para no sufrir”; la gente a veces repite como papagallos cosas que no saben ni lo que significan. Durante mucho tiempo yo lo hice. En el libro cuento que cuando la gente me preguntaba cómo me iba en el trabajo, decía lo que escuchaba a mi alrededor: “Ahí me va en la lucha”, sin yo saber que el repetir en la lucha, y la palabra tiene poder y decreto, me estaba metiendo en un mundo hostil donde yo iba a luchar al trabajo. Y la lucha es un conflicto donde alguien gana y alguien pierde; donde a unos le perdonan la vida y a otros no. Fluir es una filosofía; no significa que yo me rindo, caígo en la desesperanza y en la apatía y me conformo y quedo en la mediocridad. No. Fluir es decir si yo uso mi energía vital, que es una sola y no la puedo dividir, en vez de resistir con mi fuerza bruta lo que me está ocurriendo que no me gusta me relajo y acepto amorosamente la realidad que me confronta hoy y, desde esa mente serena, uso mis inteligencias y mi creatividad para diseñar una estrategia de cambio, créeme que nos va a ir mejor; no nos enfermaríamos porque tendríamos menos estrés, porque el estrés no es más que mi interpretación hostil de algo que me demanda el entorno y que yo probablemente no sé cómo procesar con serenidad. Al final es la manera más inteligente de vivir como el agua y no como el fuego.
Usted propone once principios proactivos hacia la felicidad. ¿Por cuál habría que empezar? ¿O todos a la vez para iniciarse en el camino de la autorealización personal que propone?
El libro tiene un modelo que se llama la arquitectura del ser que es el entendimiento de para qué nos sirven los principios y la necesidad que tiene el ser humano en algún momento de su vida, algunos sicólogos dicen que ocurre entre los 30 y los 60 años de edad, a veces antes o después y otras veces nunca, pero ese proceso de despertar de conciencia, que quiere decir el darnos cuenta de que deberíamos traspasar una mente que en ocasiones está en automático, es una mente robot con programas predecibles y ya hechos rutinarios. El primer ejercicio que propongo es confrontarnos con la rueda de la vida, que son varios aspectos de nuestra existencia al que le damos una puntuación y sabemos dónde nos va mejor y dónde tendríamos que poner el foco de atención de nuestras prioridades. Después de hacer eso se incorporan los principios comenzando por integridad, espiritualidad, fuerza serena, pasión, la resiliencia, la conciencia… son once en total. Había que darle un orden, no es que necesariamente uno sea más importante que el otro, sino que depende de cómo veas tu que está tu vida, tu observas los principios y dices de estos tengo y me sobran y de éste me falta. Por ejemplo, la gratitud, que mucha gente la confunde con ser agradecidos. Y ser agradecidos es lo que nos enseñan desde la niñez a devolver las gracias cuando nos hacen un favor. Pero el principio de gratitud que propongo es una práctica cotidiana deliberada de encontrar cinco aspectos todos los días que pueda celebrar de mi vida.
“El dolor es parte de la experiencia de la vida humana”
Todas las palabras que utiliza en su libro son las mismas que se usan en los ejercicios espirituales de los cristianos. ¿No estarán los sicólogos intentando influir al pensamiento religioso?
El plano de la espiritualidad le fue prohibido a la ciencia. Hubo un pacto durante muchos siglos entre la Iglesia y la Ciencia. La Ciencia se metía en todo lo que tenía que ver del cuello para abajo en el ser humano. Y la Iglesia dominaba todo lo que era la cabeza del ser humano y su mundo tanto cognitivo como espiritual como sus creencias. Ese pacto se ha disuelto; hoy, siglos después la Ciencia ha podido meterse a estudiar el cerebro, la mente, el corazón. Finalmente, gracias a Dios, ha podido con sus instrumentos corroborar verdades ancestrales que están en las sagradas escrituras de muchas religiones y que los chamanes de la Amazonía Latinoamericana sabían desde hace siglos.
¿Lo que propone es dar más valor a lo espiritual, a lo que no tiene precio económico sobre lo material?
Claro. Si creemos en que somos observadores conscientes y que realmente como adultos nuestra personalidad crea la realidad personal; yo soy de los que piensan que tu abundancia material será el resultado de un imperio interior muy rico que creas y donde inviertes en sabiduría, en conocimientos, en inteligencia emocional, en conocer cómo optimizar el uso de tu sistema respiratorio… Todo eso te da al final una ventaja competitiva, también en tu faceta productiva, por lo tanto, te va a ir bien, porque vas a aportar y se te va a compensar por eso y te irá bien. Siempre digo que el tema de la búsqueda de la comodidad material es lo que más enloquece y quita la paz a muchas personas.
Hay un principio que infunde su libro y es que hay que ser proactivo para que las cosas buenas que queremos puedan suceder. ¿Esto es posible en un mundo tan intercomunicado y lleno de redes donde las influencers nos dicen normalmente otras cosas bastante diferentes?
Sí es posible si uno hace ayuno digital. Tenemos que ser selectivos y de vez en cuando hacer una purga. Porque esa frase de díme con quién andas y te diré quién eres, la versión más acertada hoy es: dime a quién sigues y te diré quién eres. Porque el teléfono nos monopoliza el tiempo en las redes sociales. Creo que desde que tomo cada días un par de horas en las que mi teléfono no está conmigo me va mejor. Porque mi cerebro descansa y no está esperando una notificación de una alerta que te llegan de cosas que a veces ni te interesa.
“La pandemia nos hizo entender que el tema de la salud mental había que atenderlo de frente"
Entre su libro y la realidad veo un enfrentamiento grande. En él propone reflexión, esfuerzo, integridad moral, honestidad, gratitud, ¿pero la información que nos inunda podría definirse con adverbios absolutamente antónimos?
Es que nosotros vivimos en un bombardeo de información; acotarla es otra cosa saludable que hay que hacer. Si yo no soy político, no soy sanador. ¿Por qué tengo que estar viendo 24 horas un canal de noticias políticas? Qué resuelvo yo con eso. La gente tiene adicción a las noticias; yo por mucho tiempo me dediqué a esto hasta que dí cuenta de que tenía que darle una pausa porque era demasiado tóxico el fragmentar la realidad de un informativo que selecciona como titulares más importantes lo más sangriento del dia. El mundo de las noticias se define con una frase macabra: si sangra, lidera. Con esto se abre el informativo, se imprime la primera plana de un periódico y mantenemos, queriendo o no, a la gente en una sicosis colectiva de que el mundo se va a acabar y que todo lo que está ocurriendo es autodestructivo y tóxico. Y no lo es.
Abundando en esto mismo, observo una sociedad crispada, al menos en Occidente. Sus once principios enuncian un camino hacia un fluir más sereno. ¿Cree que es posible porque cada vez hay más guerras, los ricos son más ricos y los pobres más pobres?
Si uno se pone a pensar así no le ve mucho cambio al mundo. Soy de los que piensa en la filosofía de Gandhi que dijo sé tu el cambio que quieres ver en el mundo. Si uno se enfoca en uno mismo y mejora, créeme que tu circulo de influencia mejora, tu ejemplaridad va a darle a otro, por lo menos, la energía serena de decir porqué estas personas ríen más, porque estas personas son menos reactivas, porque esta persona es un poco más feliz y siento que le va mejor en la vida y resuelve mejor sus conflictos y situaciones. Es lo único que uno puede hacer. A veces cuando uno aspira a cambiar el mundo no cambia ni siquiera hacia dentro. Pero si uno humildemente dice quiero ser el cambio que me gustaría ver en el mundo, quiero ser menos bélico, más compasivo… Si haces el trabajo hacia ti vas a influir en tus hijos, en tus amigos, en tus compañeros de trabajo. Es el único ejercicio en el que tenemos control cada uno de nosotros. Porque el cambiar a los demás es imposible.
Vivimos más años y aunque se intenta atemperarlos, se tienen muchos más padecimientos. ¿En qué habría que confiar más para no sufrir: en la medicina o en sus once principios?
Pienso que la industria farmacéutica es maravillosa; nos ha dado soluciones rápidas a muchas dolencias y muchas cosas más que sería innegable decir que no habría que usarlas. El tema es que nosotros hemos llegado al extremo de no hacer el trabajo, no quitar el piloto automático de los pulmones, no intentar respirar nuestras crisis y creer que los fármacos son las píldoras mágicas que resuelven las causas raíces de nuestras enfermedades y no lo son. Creo que el camino es un camino holistico, mucho más integrado en lo que se llama hoy siconeuroendocrinoinmunología que es una nueva rama de la medicina que integra todos los sistemas de lo que somos como seres humanos; es una medicina más interactiva que se debería basar más en el estilo de vida y prevención que en cura de síntomas.
¿Algo que añadir?
Que el libro tiene una página de recursos que se llama fluirparanosufrir.com que hace que haya un intercambio con el lector. Editorial Diana tiene en Alexa, Amazon una Casa donde hemos hecho once meditaciones inéditas basadas en cada uno de los principios y los lectores le pueden decir Alexa abre Diana y ahí pueden hacer las meditaciones guiadas que están muy bien.
Personal
Nacionalidad. Nacido en Cuba (1969). Nacionalidad canadiense y estadounidense.
Profesión. Estratega de vida y desarrollo humano, periodista, autor de bestseller, filántropo y conferenciante internacional.
Comunicador. Durante más de cinco años presentó “El show CALA” en CNN en español, y se convirtió en uno de los comunicadores más queridos e influyente de las Américas.
Fundación. Es el presidente del consorcio empresarial CALA Group y la Fundación Ismael Cala.
Publicaciones. es autor de los libros “El poder de escuchar”, “La vida es una piñata”, “El analfabeto emocional”, “Un buen hijo de P…”, “El secreto del bambú” y “Despierta con Cala”, entre otros. Su último libro “Fluir para no sufrir” (Ed. Diana) contiene 11 principios para transformar tu vida.
Embajador. Del concepto de “Felicidad Corporativa” en América Latina, con el que ha hecho formaciones en más de cuatrocientas empresas.
Galardón. Fue ganador del Premio Personalidad de Iberoamérica 2013 y huésped ilustre de más de una decena de ciudades latinoamericanas.
Colaboraciones. Ha trabajado con grandes maestros, como Deepak Chopra y John C. Maxwell, y se ha formado junto a coaches como Tony Robbins y don Miguel Ruiz.