Alberto II de Mónaco y Felipe VI de Borbón vuelven a ser amigos, compañeros de Corona, colegas de profesión. Un acercamiento que, como otros históricos distanciamientos, en altas y bajas cunas, se arregló hace un par de semanas como se solucionan los grandes enfados en la Península Ibérica: con un jugoso almuerzo. En este caso, además, bajo la confortabilidad de palacio, entre los manteles y la cara cubertería que siempre gastan en la Zarzuela, pero que habitualmente suele causar efecto.

Más aún cuando se trata de rebajar tensión entre un enfado de más de 17 años de duración. El que desató en el verano de 2005 el príncipe Alberto como miembro destacado del Comité Olímpico Internacional (COI). Les pongo en contexto: Madrid (con su estelar Relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor, de Ana Botella) luchaba por ganar la sede de los Juegos Olímpicos del año 2012. Y al parecer, todo iba sobre ruedas hasta que el bocachanclas monegasco puso en duda “la seguridad de España” para celebrar el evento deportivo más importante del mundo. Fue “una pregunta envenenada”, afirmaron las crónicas de la época. Pero lo cierto es que Alberto de Mónaco cuestionó dichas garantías de seguridad después del estallido de un artefacto de ETA junto al estadio olímpico de La Peineta. “El atentado, que no causó víctimas, se produjo el 25 de junio. Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid, dirigió una mirada más que seria al futuro monarca y cedió la palabra al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que garantizó la absoluta seguridad de los Juegos en el caso de que se concedieran a Madrid”, rezaba un texto publicado en dicha fecha por El País. Pero el terrorismo era uno de los asuntos que más preocupaban entonces al COI y la candidatura de Madrid quedó finalmente descartada.

Y claro, el enfado fue monumental. Un cabreo que se extendió entre la clase política madrileña y también entre la propia familia real borbona. No asistió ninguno de sus miembros a la entronización de Alberto II (el mes de noviembre de ese mismo año 2005), ni tampoco a la famosa boda con Charlene, que se celebró en junio de 2011. 17 años de un sonado enfado real que parece haber llegado a su fin tras la cordialidad del almuerzo privado en Zarzuela, antes de que el monegasco emprendiera una visita oficial por Cantabria.