Toca hablar de la República Democrática del Congo (RDC) aunque no ocupe portadas. Y toca hablar de ello porque está viviendo la peor escalada del conflicto desde al menos una década, después de que la guerrilla M23 –con apoyo de Ruanda– tomara la ciudad de Goma, dejando un reguero de muerte y destrucción a su paso, y esté a las puertas de entrar en Bukavu, provocando la huida desesperada de sus habitantes. "La brutal toma de Goma –la tercera ciudad más importante del país, con casi dos millones de habitantes– ilustra una profunda crisis humanitaria agravada por la participación directa de Ruanda en el conflicto. La comunidad internacional debe actuar rápidamente para exigir la retirada inmediata e incondicional del ejército ruandés de Goma y sus alrededores", denuncia Émilie Katondolo, directora de programas de la organización Synergie des femmes pour les victimes des violences sexuelles (SFVS), desde Uganda, donde se ha refugiado tras huir de la ciudad congoleña, capital de Kivu Norte.
"La brutal toma de Goma ilustra una profunda crisis humanitaria agravada por la participación directa de Ruanda en el conflicto"
Según la defensora de derechos humanos congoleña, hay más de 5.600 personas fallecidas por los combates y los bombardeos de la última semana, entre ellos civiles, soldados congoleños y miembros de las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU (Monusco), hay ejecuciones de uniformados, civiles desplazados y jóvenes tutsi que se negaron a unirse a la rebelión y se ha producido un incremento de los secuestros, principalmente de jóvenes, para reclutarlos o exigir rescates a sus familias. Además, la violencia sexual vuelve a ser una constante, así como los desplazamientos, 300.000 en los últimos días.
"Los campos alrededor de Goma, ya superpoblados antes de la ofensiva, se volvieron insoportables. Las condiciones sanitarias se deterioraron rápidamente, aumentando el riesgo de epidemias", alerta Katondolo. La ciudad ha quedado sumida en el caos, con cadáveres tirados en las calles –como muestran las imágenes de miembros de la Cruz Roja recogiendo los cuerpos y trasladándolos a cementerios– y bombardeos sobre viviendas residenciales. Todos los servicios del Gobierno congoleño, las instalaciones sanitarias, el equipo médico y las ONG internacionales han sido confiscados o destruidos por el grupo armado. "La población vive en un estado de terror y miedo extremo", explica.
Minerales de sangre
En un mundo en guerra, para mucha gente este puede ser un conflicto más, uno que se alarga durante tres décadas y que pilla a miles de kilómetros. Pero, sin embargo, está conectado con cada uno de nosotros a través de nuestros teléfonos móviles u ordenadores, compuestos por tres minerales que desangran el país: coltán, del que se extrae el tantalio (que almacena la electricidad para que suene), casiterita, de la que se extrae el estaño (que se usa para soldar los circuitos), y la wolframita, de la que se extrae el wolframio (que hace que vibre).
No se trata de responsabilizar a nadie –como ilustró la activista congoleña Caddy Adzuba durante una charla en la Ekoetxea de Gallarta hace dos años al mostrar su teléfono inteligente: "Yo también tengo uno", dijo–, sino de tomar conciencia y reconocer ese hilo que nos conecta y que hace de este conflicto algo no tan ajeno. Hace un mes, el Gobierno congoleño presentó denuncias penales en Francia y Bélgica contra filiales de Apple, al que acusa de utilizar minerales expoliados de la RDC y "blanqueados" a través de las cadenas de suministro mundiales. Y es que muchas de estas minas, donde abunda el trabajo infantil y las condiciones infrahumanas, son explotadas por estos grupos armados, que logran sacar los minerales hacia Ruanda y así abastecer a las grandes multinacionales.
En el este del país, donde están Goma y Bukavu, decenas de estos grupos armados pelean entre sí y contra el Ejército congoleño por el control de este codiciado botín, alimentando un conflicto que se ha vuelto endémico. Y, en este contexto, el M23 se ha convertido en una verdadera amenaza gracias al apoyo de Ruanda y su armamento sofisticado. Por todo esto hay que hablar de la RDC, para que el hastío por tanta muerte y destrucción no nos cubra los ojos. "La situación es extremadamente difícil", aseguran desde el terreno.