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La recta final: llega Donald Trump

A diferencia de cuantos llegan a la Casa Blanca y se encuentran en la obligación de aprender su papel, Trump tiene unos conocimientos que le permitirían evitar errores en sus primeros meses

La recta final: llega Donald Trump

A Joe Biden le quedan aún tres semanas para disfrutar del Despacho Oval como si ejerciera el cargo para el que fue elegido a pesar de su senilidad, mientras que el ex y futuro presidente Trump va afilando sus navajas para cuando llegue el momento del relevo, el próximo 20 de enero.

Trump trabaja desde “la Casa Blanca de invierno”, como llaman mucho a su lujosa residencia de Mar a Lago, en el estado de Florida, convertida en un centro de peregrinaje nacional e internacional para quienes desean entablar o mantener contacto con él. Por ahí han pasado figuras internacionales como los presidentes canadiense Trudeau o el argentino Milei, así como futuro miembros del Gabinete Trump o personas que aspiran a serlo.

Como es característico en él, Trump no se mantiene silencioso sino que habla como un bocazas y en maneras que inquietan, no solo a los líderes extranjeros que podrían salir perjudicados con sus acciones, sino también a expertos norteamericanos que temen una política fuera de sus cauces habituales, tal como Trump prometió.

Una cuestión que inquieta dentro y fuera del país es su intención de imponer aranceles y muchos comentarios han señalado que resultarían contraproducentes, tanto para EE.UU. como el resto del mundo.

Pero, para darnos una idea de la ola favorable que cabalga Trump, nada menos que la publicación Foreign Affairs (Asuntos Exteriores), tradicional de Washington, ciudad poblada por burócratas que lo detestan profundamente, la revista acaba de publicar un largo artículo defendiendo los aranceles que Trump podría imponer: corresponden a las necesidades económicas de Estados Unidos en estos momentos y nos aseguran que ni han de ser inflacionarias ni perjudicar el comercio internacional. Servirán para equilibrar la economía norteamericana que hoy en día peca de un consumo excesivo. Que una publicación como ésta se enfrente al consenso nacional e internacional en cuanto a las intenciones de Trump es buena muestra del momento favorable del que dispondrá al llegar a la Casa Blanca y donde ya cuenta con una ventaja de la que tan solo disfrutó uno de sus predecesores, Grover Cleveland, quien también entró en su segundo mandato después de una pausa de cuatro años en 1893.

A diferencia de cuantos llegan a la Casa Blanca sin la experiencia presidencial y se encuentran en la obligación de aprender aceleradamente un papel para el que es imposible entrenarse previamente, Trump llega con los resabios y conocimientos que le habrían de evitar errores en sus primeros meses.

El resto del mundo lo tiene bien presente. El presidente francés Macron ya contó con la presencia de Trump en la inauguración de la reconstruida catedral de Notre Dame en París, mientras que los principales interlocutores internacionales, como los líderes de China y Rusia, simplemente restablecerán el diálogo anterior. Por su parte, Trump ya ha dicho que se cree capaz de manejar las tensiones con China y Rusia, tanto por la experiencia acumulada como por su decisión de resolver “en mi primer día en la Casa Blanca” la guerra de Ucrania.

Pero por muy vistosos que sean estos problemas internacionales, lo que primero le ocuparán son cuestiones internas: la avalancha de inmigrantes que ocupan ahora hoteles en grandes ciudades norteamericanas, así como la situación de más de 600 encarcelados por las protestas del 6 de enero de 2021 en apoyo de Trump.

El futuro presidente se enfrentará a ambos problemas de inmediato y tiene su “zar” para la inmigración preparado a expulsar a millones de personas que cruzaron ilegalmente la frontera. Será fácil hacerlo con los delincuentes, pero será otra cosa con quienes tienen familia en Estados Unidos, un país falto de mano de obra.

También prometió indultar de inmediato a los manifestantes del 6 de enero, algo que probablemente tendrá que cumplir de inmediato para no decepcionar a sus seguidores más acérrimos. A diferencia de su primer mandato, Trump cabalga ahora una ola conservadora y populista, dentro y fuera del país, lo que hará más fácil y seguramente más efectivo su mandato, pero también aumentará los riesgos de medidas excesivas que generen una estampida de vuelta hacia el Partido Demócrata.