La apuesta por Kamala Harris como candidata frente al expresidente Donald Trump es un arriesgado intento por superar el racismo y el sexismo que aún persisten en algunos sectores de Estados Unidos y que Trump ha sabido explotar en su beneficio.

Harris debe primero consolidar su apoyo dentro del partido. El caucus afroamericano del Congreso, que agrupa a los miembros de esa minoría, ya se ha lanzado a respaldar a la vicepresidenta, de origen jamaicano e indio. Algunos de sus miembros, como el influyente James Clyburn de Carolina del Sur, han dejado claro que verían como una traición cualquier intento del partido por marginar a Harris, dado que tanto las mujeres como los afroamericanos constituyen pilares fundamentales de la base demócrata.

El presidente Biden declaró que ofrecía su “apoyo total” a Harris para ser la nominada del partido para las elecciones de noviembre. “Demócratas, es hora de unirnos y vencer a Trump. Hagámoslo”, pedía.

Techo de cristal

La realidad es que Harris se enfrenta a un desafío histórico. En toda la historia de Estados Unidos, los votantes solo han elegido a un presidente afroamericano: Barack Obama. El propio Trump, entonces un magnate inmobiliario y estrella de la televisión, llegó a difundir teorías conspiratorias cuestionando la legitimidad de Obama como presidente, al poner en duda su lugar de nacimiento, ya que la Constitución exige que el mandatario sea ciudadano nacido en EEUU.

Estados Unidos tampoco ha elegido antes a una mujer como presidenta. En las elecciones de 2016, la demócrata Hillary Clinton fue la primera nominada a la Presidencia por uno de los dos principales partidos políticos del país, pero perdió frente a Trump.

Como ya ocurrió en las elecciones de 2016 con Clinton y en los dos anteriores ciclos electorales con Obama en 2012 y 2008, la raza y el género serán parte central de la campaña si Harris acaba siendo la candidata.

Esto se verá acentuado porque enfrente de Harris está Trump, quien “tiene un discurso populista marcado por el racismo, la xenofobia y el odio hacia el otro, es decir, todo aquel que no es un hombre blanco”, dijo a Efe la analista Yamila Pino.

Trump ya ha dejado entrever cómo atacará a Harris, a quien define como “Risas Kamala”. “Se puede decir mucho por su risa. Está loca; le falta un tornillo”, añade despectivamente.

En corto

  • Tercera renuncia a la candidatura. Biden es el tercer mandatario en renunciar a su candidatura presidencial. Los otros dos que lo habían hecho en el pasado, los también demócratas Harry Truman y Lyndon B. Johnson, anunciaron su decisión en medio del descenso de su popularidad.
  • El candidato de mayor edad es... Donald Trump. La decisión de Biden supone, además, que Trump se convierta en el candidato a la Casa Blanca de más edad, siempre y cuando sea Harris o alguien de menos edad que el expresidente quien se ponga al frente de la candidatura demócrata.
  • Solo un expresidente volvió a ganar. Trump intentará emular a Grover Cleveland, el único expresidente que volvió a la Casa Blanca tras ser derrotado en su intento de revalidar su mandato. Cleveland, el primer demócrata en ganar tras la Guerra Civil, fue presidente entre 1885 y 1889, con su segundo mandato entre 1893 y 1897 tras cuatro años con Benjamin Harrison al frente del país.


Un contraste innegable

En opinión de Pino, “no se puede tapar el sol con un dedo” y es innegable el contraste entre Trump y Harris, quien podría hacer historia como la primera mujer negra nominada por uno de los grandes partidos y también, si lo logra, como primera mujer negra en llegar a la presidencia del país.

Antes que ella la única mujer negra en intentarlo fue Shirley Chisholm, quien en 1972 aspiró a la nominación de uno de los dos grandes partidos para la Presidencia de EEUU. Sin embargo, no logró ser la candidata demócrata para esos comicios en los que el elegido fue George McGovern, quien perdió frente a Richard Nixon.

Cincuenta años después, la barrera racial y de género continúa siendo un obstáculo formidable en la política estadounidense, como lo demuestra el hecho de que nunca se haya elegido a una gobernadora afroamericana.