Miles de funcionarios tomaron ayer las calles de Irlanda del Norte en la mayor huelga convocada en la región en 50 años para reclamar mejoras salariales a un Gobierno autónomo que, no obstante, permanece suspendido desde hace más de dos años por el rechazo del unionismo probritánico a los acuerdos del brexit.

La crisis política que sufre la región desde febrero de 2022 se ha agudizado ahora con las protestas de más de 170.000 trabajadores públicos, huérfanos de un Ejecutivo y furiosos con Londres y sus políticos locales, incapaces de cerrar pactos.

La huelga de ayer en Irlanda del Norte coincidía con la fecha límite impuesta por el ministro británico para la región, Chris Heaton-Harris, para que los partidos formaran un Gobierno de poder compartido.

“Estamos aquí para avergonzar a Chris Heaton-Harris”, gritaban los huelguistas durante un piquete en Belfast, pues entienden que el titular de Irlanda del Norte les usa como peones para presionar a los partidos, a los que ofreció en diciembre un paquete de ayuda valorado en 3.300 millones de libras (3.840 millones de euros) a cambio de un acuerdo de gobierno.

Tanto los sindicatos como los partidos sostienen que Londres puede liberar ya fondos para satisfacer las demandas de los funcionarios, mientras que el ministro arguye que sus salarios son competencia del Ejecutivo autónomo.

CRÍTICAS A LOS UNIONISTAS

Otro objetivo de los manifestantes es el DUP, liderado por Jeffrey Donaldson, que el pasado miércoles volvió a rechazar la elección de un nuevo presidente de la Asamblea, un proceso que necesita el consenso del bloque unionista y nacionalista, según establece el acuerdo de paz del Viernes Santo (1998), el texto que puso fin al conflicto en la región.

Con ese veto quedó automáticamente suspendido el siguiente paso, por el que los dos grandes partidos debían presentar a sus candidatos al puesto de ministro y viceministro principal, así como el resto de carteras que compondrán el próximo gabinete de acuerdo a los resultados de los comicios de mayo, ganados por el nacionalista Sinn Féin.

Su líder, Michelle O’Neill, aseguró que ayer fue un día muy duro para los funcionarios e insistió en que el DUP no tiene motivo alguno para no entrar en un gobierno de poder compartido, más allá de que, simplemente, no desea ver a un nacionalista, por primera vez en la historia, en el puesto de ministro principal.

“Solo espero que Jeffrey Donaldson esté prestando atención a la difícil situación de los trabajadores y que, aunque sea a última hora, tome la decisión correcta y se sume al Ejecutivo con todos nosotros para que podamos apoyar a estos trabajadores”, declaró O’Neill.

Los unionistas abandonaron el Gobierno en febrero de 2022 por su rechazo al Protocolo del Brexit para Irlanda del Norte, que imponía controles fronterizos entre Gran Bretaña y la región a fin de evitar una frontera física en la isla de Irlanda, tal y como establecen los acuerdos de paz de 1998. Asimismo, el DUP vetó después el Acuerdo Marco de Windsor, que sustituyó al protocolo e introdujo cambios, pero mantiene a la provincia dentro del mercado único comunitario para bienes y en el mercado interno británico.

Por ello, Donaldson aún cree que ese pacto amenaza su posición en el Reino Unido y se niega a formar gobierno con el Sinn Féin, defensor de la reunificación de Irlanda.

UNA NUEVA OPORTUNIDAD

El DUP quiere seguir negociando con Londres para obtener más garantías, pese a que Heaton-Harris ha indicado que las conversaciones han terminado. Después del revés del miércoles, el ministro advirtió de que procederá de manera “pragmática y razonable para apoyar” a la provincia.