Concluye el año 2023 y nos deja en la Unión Europea (UE) una sensación de haber hecho muchas cosas, pero sin un rumbo fijo, ni una idea clara del destino del viaje emprendido. Cierto es que, en estos 365 últimos días, se ha recuperado en parte la normalidad perdida tras los años de pandemia y del estallido de la guerra en Ucrania. Pero la realidad es que más allá de algunas leyes de gran relevancia, se nos va 2023 sin que sepamos qué papel podemos jugar en este incierto mundo, qué proyecto de principios y valores defendemos o siquiera, que mapa a futuro tendremos.

En resumen, se ha hecho mucho en las Instituciones europeas, pero el resultado no está nada claro. Todo ello, con seis meses de presidencia española, lastrada por la situación interna de unas elecciones generales y un largo periodo de interinidad de nuestro Gobierno.

Guerras en Ucrania y Gaza

Los conflictos armados han seguido marcando en gran medida la agenda europea. En Ucrania, cercanos ya a los años de guerra, el frente no se ha movido sustancialmente, por lo que no se vislumbra una solución negociada que ponga fin a una contienda que cada día resulta más cara para la UE. En todo caso, la unidad de los gobiernos europeos no se ha roto en el apoyo a Zelensky, aunque Orbán se ha empeñado sistemáticamente en oponerse al envío de ayuda al pueblo ucraniano.

Sin embargo, no podemos obviar que, aunque se haya firmado el acuerdo para el inicio de conversaciones para la adhesión de Ucrania a la Unión Europea, el debate del impacto económico de las ayudas ha puesto patas arriba el Marco Financiero Plurianual europeo. Y donde ha sido imposible alcanzar un consenso y una mínima posición común es respecto a la guerra en Gaza.

Las voces que claman por un alto el fuego ante la desproporcionada reacción de Israel al ataque terrorista de Hamás, con España, el Alto Representante de la UE y Naciones Unidas al frente, no han logrado convencer a Alemania y las capitales más alineadas con Berlín, que defienden sin fisuras las represalias del Ejecutivo de Netanyahu.

Ley de Inteligencia Artificial y pacto migratorio

Casi cuando sonaba la campana de la presidencia española, se han cerrado dos de los dossieres europeos más complejos: el reglamento de Inteligencia Artificial y el Pacto de asilo y migración. La ley de Inteligencia Artificial (IA) supone un hito histórico, pues, es la primera que legisla sobre el uso de una tecnología totalmente disruptiva que nos está ya cambiando la vida y que precisa de límites para que los derechos de las personas prevalezcan frente a la intromisión y el abuso.

El acuerdo migratorio es otro cantar, pues, volvemos a tirar de la chapuza posibilista para salir al paso de las enormes dificultades que la Italia de Meloni ha impuesto para tener una política migratoria común. Con la nueva norma, finalmente a la carta, de tal manera que cada Estado decide cuántos migrantes acoge y paga por los que no quiera tener en su país, damos un paso adelante, pero no cerramos el infernal bucle de presenciar la tragedia de miles de vidas en nuestras fronteras.

La ampliación y los presupuestos, asuntos pendientes

El debate sobre la ampliación de la UE se ha colado en la agenda 2023, como una especie de señuelo para tener que resolver el tema presupuestario y la gobernanza en la toma de decisiones de la Unión. Con el repertorio de problemas sin resolver que tienen hoy los Veintisiete, con una situación económica y social complicada, con una pérdida de poder adquisitivo paulatina de las clases medias europeas y con sectores como el agrícola, minero e industrial, en pie de guerra contra las medidas adoptadas para la transición ecológica, hablar de la incorporación de los Balcanes Occidentales, Ucrania, Moldavia y Georgia a la Unión Europea, resulta un trampantojo. De hecho, la principal patata caliente que queda para el primer trimestre de 2024, no es otra que la cuestión presupuestaria.

Los Veintisiete tienen que decidir si se mantiene la ayuda de 50.000 millones de euros a Ucrania, qué partidas, proyectos y fondos europeos reducir o si los Estados miembros incrementan sus aportaciones. Pero eso será después de que tomemos las uvas y brindemos por el año nuevo.