El Consejo de Iglesias de Sudán denunció hoy que el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) ha destruido y vandalizado hasta cinco templos cristianos del país, y que han convertido algunos de ellos en cuarteles militares para gestionar sus operaciones durante el conflicto con el Ejército regular.

"El Consejo de Iglesias de Sudán condena los continuos ataques llevados a cabo por la milicia Fuerzas de Apoyo Rápido contra iglesias de diferentes denominaciones cristianas en el estado de Jartum", dijo la agrupación en un comunicado.

Según el consejo, las FAR "destruyeron, vandalizaron, se apoderaron de estas iglesias y las convirtieron en centros para gestionar sus operaciones".

Asimismo, denunció que hasta cinco iglesias de Jartum han sido afectadas por el conflicto que azota Sudán y que se ha saldado hasta el momento con al menos 676 muertos y más de 5.500 heridos.

Varios de los sacerdotes y curas de las iglesias fueron expulsados a la fuerza, e incluso fueron tiroteados por combatientes de las FAR, de acuerdo con la nota, que no reportó la muerte de ningún religioso durante los asaltos.

Sin embargo, varios obispos sí resultaron gravemente heridos y sus residencias saqueadas.

"El Consejo de Iglesias de Sudán expresa su profundo pesar y denuncia y condena estas violaciones de los derechos religiosos de los cristianos", indicó la organización.

Los cristianos sudaneses representan alrededor del 5% de la población total del país, que es de mayoría musulmana.

Esta misma semana, el Ejército ya denunció que las FAR han "ocupado y convertido" 22 hospitales de Jartum y de otras ciudades adyacentes en "cuarteles militares", que están siendo utilizados con fines de combate durante el conflicto que se inició en el país el pasado 15 de abril.

A pesar de las numerosas treguas anunciadas, que no han sido respetadas, y a las conversaciones entre representantes de ambos bandos para alcanzar un alto el fuego integral, los combates no han cesado ni un momento en Sudán, y han provocado el desplazamiento interno y externo de más de un millón de personas, según la ONU.