Con fama de tímido e inteligente, el capitán del Ejército Ibrahim Traoré, de 34 años, se convirtió el pasado viernes en el nuevo hombre fuerte de Burkina Faso al liderar un segundo golpe de Estado en ocho meses. Un grupo de soldados dirigidos por Traoré derrocó al líder de la junta militar que gobernaba el país, teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba.

En un mensaje dirigido a la nación, los golpistas acusaron a Damiba de desviarse del ideal del Movimiento Patriótico de Salvaguarda y Restauración (MPSR), nombre de la junta que tomó el poder en el golpe el pasado 24 de enero, y no atajar la inseguridad causada por el terrorismo yihadista.

Traoré había apoyado el golpe de enero, pero al igual que otros oficiales no estaba satisfecho con la incapacidad de Damiba para contener la amenaza de los grupos yihadistas que han puesto en jaque a este país de África occidental.

Condenas

Tanto la Unión Africana (UA) como la Unión Europea (UE) condenaron esta nueva asonada militar. En un comunicado emitido desde la sede de la UA en Adís Abeba, su presidente, Moussa Faki Mahamat, manifestó su “profunda preocupación por el resurgimiento de cambios inconstitucionales de Gobierno en Burkina Faso y en otros lugares del continente africano”.

Por su parte, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, condenó ayer el golpe de Estado en Burkina Faso y advirtió de que pone en riesgo los esfuerzos para supervisar la transición en este país.