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La investigación por el asesinato de Abe está llena de interrogantes

Unos 50 investigadores buscan los restos de las balas empleadas durante el atentado

La investigación por el asesinato del ex primer ministro japonés Shinzo Abe continuó ayer con un amplio despliegue policial en el lugar del atentado, y ante las incógnitas por las motivaciones no políticas del presunto asesino y la fallida actuación de las autoridades.

La policía japonesa envió ayer a unos 50 investigadores a buscar los restos de las balas empleadas durante el atentado que acabó con la vida de Abe el pasado viernes, en una investigación a gran escala en la ciudad de Nara.

Las balas fueron disparadas por el sospechoso, Tetsuya Yamagami, en dos ocasiones y los investigadores creen que se habrían dispersado por una amplia zona, ya que algunas se habrían incrustado en el coche utilizado por Abe en la campaña electoral, que estaba aparcado a 20 metros de donde el ex primer ministro estaba dando el discurso.

El sospechoso habría disparado el arma en dos ocasiones y los investigadores también encontraron un segundo agujero de bala y rastros de munición en una zona de estacionamiento que se encontraba a 90 metros en línea recta del lugar del discurso y situados entre cuatro y ocho metros de altura.

El arma del crimen, una especie de escopeta construida por el propio Yamagami, se componía de dos tubos de metal sujetos con cinta adhesiva y armados sobre un panel de madera, y era capaz de lanzar hasta seis proyectiles en cada disparo, lo que le concedía mayor precisión y letalidad, según el propio detenido.

El presunto asesino confesó a la policía que el ataque contra Abe no tenía motivaciones políticas, sino que se había decidido a atentar por la supuesta relación del exmandatario con la Iglesia de la Unificación, una controvertida fe religiosa de Corea del Sur.

Yamagami comenzó a planear su atentado contra Abe el pasado otoño después de ver en septiembre un mensaje de vídeo del ex primer ministro para una organización afiliada a esta iglesia, a la que el sospechoso “odiaba” y acusaba de haber arruinado a su familia.