Bono de U2, el líder de masas que necesita la UE
Hace tiempo un buen amigo me sugirió una idea que por provocativa pudiera parecer descabellada: nombrar primer presidente de Europa a Paul David Henson, el mítico Bono, vocalista del grupo musical U2. Puestos a buscar un líder de masas capaz de simbolizar a la Unión en el mundo y a aglutinar a gente en Europa sea cual sea su edad o condición, el cantante irlandés reúne todos los requisitos necesarios. Pues bien, aquella visionaria propuesta ha tomado forma gestual el 31 de agosto de 2018, al inicio de la gira de U2 en Berlín, donde ha ondeado la bandera europea. Bono y su U2 han puesto en valor ante cientos de millones de espectadores la fuerza y los valores del proyecto europeo al vincularlo al éxito universal de su música.
Europeísta convencido Bono ha dado una explicación perfectamente argumentada al gesto llevado a cabo en su concierto en la capital alemana: "No ha habido en los últimos 50 años mejor lugar para nacer que Europa, ni tampoco un sitio donde haya más felicidad". Este irlandés de 58 años en una potente entrevista en el Frankfurter Allgemeine se declara amante de todo aquello que ahora se ha puesto en tela de juicio por parte de los euroescépticos. "Amo nuestras diferencias: nuestros dialectos, nuestras tradiciones, nuestras peculiaridades, la esencia de humanidad, como dijo el filósofo David Hume". De esa manera lucha ante la idea de patriotismo lanzada por los euroescépticos: "Los patriotas reales buscamos la unidad por encima de la homogeneidad". También cita a Winston Churchill, ex primer ministro británico, que hablaba de un "patriotismo más amplio": "Lealtades plurales, identidades con varias capas, ser irlandés y europeo, alemán y europeo, no una cosa o la otra".
Un Washington para Europa Es evidente que los grandes proyectos políticos de la civilización han contado siempre con un líder o padre fundador. El primer presidente de los Estados Unidos, George Washington, lo es hoy para 325 millones de personas que se sienten estadounidenses en gran medida por el relato épico trazado en torno a su persona. Europa, por el contrario, tiene demasiada historia y demasiados padres. Unas veces desde la imposición y otras desde el diálogo, los intentos de construir una Europa unida han sido múltiples. Vivimos ahora el proceso más tangible de construcción democrática y pacífica de unión política de toda nuestra historia bajo las siglas de la UE y, no cabe duda, que figuras como las de Schuman, Adenauer, Bech, Beyen, Churchill, De Gasperi, Hallstein, Mansholt, Monnét, Spaak o Spinelli, que hace más de 60 años pusieron las bases de esta Europa, deben estar siempre en nuestra memoria. Pero los tiempos actuales requieren de una actualización de los mensajes en clave de imagen. Medios de masas y redes sociales requieren del discurso de la inmediatez y de liderazgos que solo el espectáculo o el deporte son capaces de concitar. Necesitamos nuevos ídolos para esta nueva Europa.
Hacia una UE más simbólica Más allá del juego provocación de la candidatura de Bono a la Presidencia de la Unión, lo cierto es que esta nueva Europa que necesitamos tiene que cambiar radicalmente de relato. Repetir machaconamente que la UE nos ha proporcionado el paréntesis más fructífero de paz y progreso, ya no sirve como elemento motriz ni de presente, ni de futuro. Precisamos más sentimiento y más pasión a la hora de defender la Unión como algo genuinamente nuestro desde la diversidad que nos enriquece. Por ello, que personalidades del calado de Bono hagan gala en el escenario de su europeísmo suponen un aldabonazo a las conciencias europeas. Como hubiera sido deseable que en la final del Mundial de fútbol disputado por las selecciones de Francia y Croacia, dos Estados miembros de la UE, hubiese sonado el himno a la alegría junto a los himnos nacionales y la bandera azul hubiera compartido mástil con la gala y la croata. O que en un evento de las enormes proporciones mediáticas como son los Juegos Olímpicos, el medallero contabilizara los éxitos de los deportistas europeos como de la UE y de su país. Sumar la imagen común y ponerla en valor ante el mundo, es la gran tarea por hacer de todos los europeos.
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