Final insuperable. Espectáculo mayúsculo con dos selecciones que regalaron emociones por arrobas, fútbol de gran nivel y un duelo individual anunciado que satisfizo los paladares más exigentes. El duelo Messi-Mbappé queda para la historia por la formidable aportación de ambos que condujo a un desenlace al límite. Cualquiera que hubiera sido estaría plenamente avalado por lo que realizaron el uno y el otro, pero el fútbol no solo se circunscribe al acierto de los líderes, es un juego colectivo, prima el balance global, la suma de esfuerzos, y desde esta óptica el premio recayó en el que más méritos acumuló en los casi 140 minutos reales que duró la contienda.

Argentina trabajó el encuentro de manera concienzuda, atravesó algún bache, pero en general funcionó mejor, estuvo un par de escalones por encima y solo la pujanza física de Francia y el infortunio, combinados inesperadamente a ultima hora, le privaron de alcanzar la gloria tanto en los noventa minutos como luego en el desarrollo de los 30 extra. Finalmente, esa inercia favorable al cuadro americano, por momentos en riesgo de ser volteada, quedó ratificada en la tanda de penaltis. Acaso no sea la vía más apropiada para dirimir la identidad del campeón del mundo, pero de algún modo debía decidirse quién festejaría y quién cargaría con la losa que supone solamente acariciar semejante éxito. En la gestión del delicado trance desde los once metros de nuevo afloró el oficio de una Argentina en la tarde de ayer puso más intención, transmitió mayor equilibrio, ideas más claras y se agarró a un espíritu envidiable. Fue la faceta en que desbordó al adversario, que se tiró demasiado tiempo sin saber cómo activarse, cómo replicar a un plan que dio la sensación de ser impecable. Hasta que, cuando todo apuntaba a una victoria albiceleste, el genio de Mbappé y el desgaste propio obraron una especie de milagro que dilató la incertidumbre por espacio de media hora larga, salpicada por un alucinante intercambio de golpes.

75

La final mejores imágenes de la final NTM / EFE

De salida, Argentina le ganó por la mano a Francia por convencimiento. Colaboró lo suyo Scaloni con una apuesta táctica que descolocó a Deschamps. El factor clave que dio sentido a una concepción muy agresiva del juego fue la presencia de Di María como extremo izquierdo. El veterano, entre algodones toda la semana, ofreció un recital de controles, recortes y centros, erigiéndose en la gran referencia, una vía segura para progresar y, de paso, para que no todo girase en torno a Messi. La respuesta gala fue de lo más tibia, no supo qué oponer al ímpetu de un bloque persuadido de su superioridad, conjurado para que su líder por fin pudiese conquistar el título que el destino se había empeñado en negarle.

Las consecuencias del monumental despiste de Francia, sin elaboración, cediendo metros y pelota, una pelota que enfrente persiguieron con saña y movieron con fluidez. Di María dejó en evidencia a Dembelé, que incurrió en el típico penalti de delantero, y Messi no perdonó. Fue curioso que nada cambiase en los minutos posteriores. Argentina fue a por más, estaba de dulce, controlaba cada parcela del terreno y no tardó en plasmarlo. En una combinación perfecta nacida más allá de la divisoria, con la defensa reculando, Di María apareció por el lado opuesto para batir a Lloris en su desesperada salida.

En ese preciso instante, mientras los galos dudaban si saltar o no a presionar, solo había un equipo. Los elementos diferenciales de Francia ni habían asomado: Griezmann o Rabiot eran engullidos por la pegajosidad y el dinamismo del trío formado por De Paul, Enzo Fernández y un Mac Allister soberbio. Deschamps introdujo dos relevos antes del descanso para sacar de la tristeza de los suyos. Estaba obligado a agitar un equipo anestesiado por el ímpetu de un rival ya muy crecido en el marcador y sobre la hierba.

19

Las aficiones de Argentina y Francia llenan Lusail NTM / EFE

Asumió Francia más posesión, avanzó líneas, mas no se percibía que pudiese sacar a Argentina del camino. No lo hizo, el peligro se concentró en el área de Lloris. Hasta la hora, dispuso Argentina de acciones de sobra para golear. Scaloni sentó a Di María, agotado, y se notó, tampoco en demasía. En vista de que el panorama permanecía inalterable, gastó Deschamps otro turno doble de refresco, llenó el dibujo de perfiles ofensivos y empezó a notarse el peso de tantos kilómetros recorridos en las piernas de Argentina, que seguía sin conceder a su espalda.

A falta de diez, un mal cálculo y las largas piernas de Kolo Muani propiciaron un penalti. Arrancó el show de Mbappé. Transformó con seguridad y unos segundos más tarde, un robo de Coman permitió a Mbappé y Thuram trazar una pared que el primero culminó con una volea increíble. A tono con el empate firmado por una Francia que se antojaba desahuciada.

A la prórroga porque los coletazos de Rabiot y Messi en el añadido chocaron con los porteros. Francia tomó el mando, enardecida por su contundencia. Argentina precisaba que le insuflasen oxígeno, un plus del genio que le había caracterizado y que los goles de Mbappé aplacaron. Scaloni se hizo de rogar, pero con Montiel, Paredes y Lautaro dentro, volvió la verticalidad en su equipo. El gobierno francés era ficticio, inconsistente, Argentina insistía, se sentía vencedor moral y no iba a dejar escapar la oportunidad por la que tanto había bregado. Messi surgió para hacer el tercero, con rabia, tras paradón de Lloris a Lautaro. La suerte parecía echada, pero aún el fútbol guardaba una bala en la recámara. Un despeje con el brazo de Montiel a disparo de Mbappé otorgaba a este la opción de equilibrar. No erró y, como antes, hubo una ocasión más en cada portería. Lautaro cabeceó mal y Martínez evitó la debacle en un mano a mano con Kolo Muani. Los penaltis le entregaron la copa a Messi. Nada que objetar.

Ficha del partido

  • ARGENTINA: Dibu Martínez, Molina (Min. 91, Montiel), Romero, Otamendi, Tagliafico (Min. 120, Dybala), De Paul (Min. 102, Paredes), Enzo Fernández, Mac Allister (Min. 116, Pezzella); Messi, Julián Álvarez (Min. 102, Lautaro Martínez) y Di María (Min. 64, Acuña).
  • FRANCIA: Lloris, Koundé, Varane (Min. 113, Konate), Upamecano, Theo Hernández (Min. 71, Camavinga); Tchouameni, Rabiot (Min. 86, Fofana), Griezmann (Min. 71, Coman); Dembele (Min. 41, Thuram), Giroud (Min. 41, Kolo Mouani) y Mbappe.
  • Goles: 1-0: Min. 23; Messi, de penalti. 2-0: Min. 35; Di María. 2-1: Min. 80; Mbappe, de penalti. 2-2: Min. 81; Mbappe. 3-2: Min. 109; Messi. 3-3: Min. 118; Mbappe, de penalti.
  • Tanda de penaltis: 0-1: Mbappe, gol. 1-1: Messi, gol. 1-1: Coman, para Dibu Martínez. 2-1: Dybala, gol. 2-1: Tchouameni, fuera. 3-1: Paredes, gol. 3-2: Kolo Muani, gol. 4-2: Montiel, gol.
  • Árbitro: Szymon Marciniak (Polonia). Amonestó a los argentinos Enzo Fernández, Acuña, Paredes, Montiel y Dibu Martínez; y a los franceses Rabiot, Thuram y Giroud.
  • Incidencias: Final del Mundial disputada en el estadio Lusail ante 88.966 espectadores