La revistaThe New Yorkercumple 100 años y Netflix ha tenido a bien presentar un documental, dirigido por Marshall Curry, que es una distopía en el mundo del periodismo. En estos tiempos en los que abundan la desinformación, el clickbait y la inmediatez mal entendida, el yo lo publico antes que tú aunque no lo haya confirmado, asomarse a la redacción del semanario estadounidense es descubrir todo lo contrario. No hay prisas, los redactores tienen todo el tiempo del mundo para elaborar sus historias y se examina cada reportaje con tanto detalle que apabulla. El Departamento de Verificación (periodistas que llaman a las fuentes de los reportajes de sus propios compañeros de redacción para confirmar que lo que se publica es correcto) es obsesivo hasta decir basta. Por no hablar de las discusiones sobre si Internet debe ir con la I mayúscula (como en este periódico), o sobre si los números deben escribirse con cifras o con letras.
Que le vaya tan bien a una revista ya es un pequeño milagro porque la crisis que afecta a la prensa se ha ensañado precisamente con los semanarios. No es el caso.The New Yorker recibe cada semana 1.500 viñetas, de las que elige 10 o 20, y más de 700 propuestas para su sección de Narrativa. Y por si faltara algo, cada una de sus portadas es una obra de arte.