Y por no callar, añadiría mi amona. Intentar ser, en todo lugar y en todo momento, quien diga la última palabra hace que, siempre o casi siempre, no le demos una vuelta a lo que decimos y soltemos por la boquita lo que nos viene en gana, caiga quien caiga y duela a quien duela. Y eso pasa, y mucho, cuando nuestras señoras políticas y señores políticos lanzan su frase de “aquí os quedáis” antes de darle al botón de apagar el micrófono. Vale, somos humanos y un calentón se puede llegar a entender, aunque no justificar. Pero es que hay cosas que... La escuela de la señora Ayuso suma alumnos y alumnas. La mentira les vale, dicen que “no es delito” (en fin), y les vale también el insulto ramplón y lo que, es más grave, la burla ante situaciones que, como humanidad, nos debería de hacer pensar que lo hacemos más que mal. Que el diputado del Partido Popular en Les Corts Valencianes Manuel Pérez Fenoll le soltara un “qué gordito has salido de Auschwitz” al parlamentario de Compromís y activista que participó en la Flotilla Global Sumud, Juan Bordera, me deja sin palabras. En mi vida el humor me ha salvado de muchas situaciones, pero es que gracia les hará a los inmorales lo que ha sucedido y sigue sucediendo en Gaza. Y nada, que mirando al otro lado o apluadiendo al chistoso.