Pues miren ustedes, hay tontadas que no por repetirlas dejan de serlo. Una es esa manida frase con la que concursantes varios e incluso famosas y famosos de medio pelo se autodefinen. Eso de “soy muy amiga de mis amigos” no me digan ustedes que no es de una estupidez elevada a la enésima potencia. Claro, no se va a ser amiga de un señor de Murcia al que no se conoce, de Rosalía y, ni tan siquiera, de un delantero de la Real Sociedad, por mucho que desees la victoria. Se es amiga de quienes son tus amigas y amigos, como se come comida o se bebe bebida. Pues eso, que lo de hablar por no callar, que no digo yo que no sea ésta una práctica a la que acudo frecuentemente, nos hace decir bobadas como melones. No sé el motivo por el que asegurar que somos muy sinceras lo ponemos en el listado de virtudes ¡Y una porra! La sinceridad se confunde muchas veces con el insulto o con la opinión propia considerada como verdad máxima. La sinceridad está sobrevalorada, en mi opinión como el sushi. Esa sonrisita torcida con la que se acompañan frases “a mi no me gusta nada, te hace más bajita, pero es mi opinión”, se la puede guardar usted donde quiera, que si le diera yo mi opinión...