La Justicia ha avalado la comida con larvas. Dice que no da derecho a multar a una empresa a la que le aparecen estos bichillos en el menú servido en el comedor escolar por mucho asco que den porque nadie ha demostrado que las larvas encontradas (plodia interpunctella, no lo busque usted) fueran nocivas para la salud humana y que además les encanta pulular por los macarrones ajenos. “Más asco dan las espinacas, y se las obligan a comer a la chavalería, hombre ya”, les ha faltado escribir en la sentencia a los niños y niñas que llevan dentro los magistrados que han dejado a cero la sanción de 40.000 euros interpuesta por el Gobierno Vasco a la empresa responsable. Se abre la veda, entiendo, para el pelo en la sopa. Adiós a los gorros de cocina. Ya no habrá que protestarle al camarero por el descuido del cocinero, porque si encuentras un pelo en la comida habrá quien diga, con razón, que no es malo para la salud. Si acaso para la autoestima si los vas perdiendo por ahí, pero eso es otro tema, claro. Aunque también es verdad que los pelos no crecen en la sopa y los bichos sí en la comida cuando no está como debe, y quizás por eso cabía pensar una mayor exigencia a quien da de comer a los niños. ¿Qué encaje legal tendría lo que echaba Michael Douglas en la preciada sopa de Kathleen Turner de La guerra de los Rose?
- Multimedia
- Servicios
- Participación
