Visto el documental Mugaritz. Sin pan ni postre, uno no sabe muy bien si Aduriz y compañía son unos genios, si viven en 2044 y nos llevan un par de décadas de ventaja o si nos están tomando el pelo que no tenemos. El documental, que recibió el Premio Culinary Zinema en el último Zinemaldia y que ahora se puede ver en Movistar+, muestra el proceso de creación del menú que sirvió el restaurante hasta el pasado mes de octubre, cuando cerró sus puertas. Para los no iniciados, Mugaritz abre seis meses al año, de abril a octubre, y la otra mitad del año la invierte en pensar, elaborar y diseñar la carta de la siguiente temporada. El menú cambia por completo, de arriba a abajo. El equipo de I+D de Mugaritz está liderado por cuatro personas y llama poderosamente la atención que, a tenor de lo que explica Aduriz, ninguno de ellos se ha formado en origen en las artes culinarias. Uno es archivero y bibliotecario, otro es Dj, un tercero, ingeniero agrónomo, y la única mujer es periodista. Aduriz se comporta como un comensal más (apenas se le ve en los fogones) en un equipo que transmite buen rollo en ese constante prueba-error en la elaboración de las decenas de platos que se ensayan y de los que finalmente se escogen 38. Y, efectivamente, en el menú no hay ni pan ni postre pero, acabados los 95 minutos del documental dirigido por Paco Plaza, te entran unas terribles ganas de probar aquello que has visto en la pantalla.