En nuestro recorrido vital, con nuestros errores y aciertos, normalmente no estamos solos. Alguien nos acompaña mientras vamos descubriendo el mundo, con sus injusticias y su belleza, su dolor y su amor. El apoyo incondicional de los cercanos se hace complicado en ese proceso. Porque todos tenemos malas actitudes, momentos donde nos comportamos como no deberíamos. La vida es muy larga, infinita hasta que llega el final, y las pifias son parte fundamental de ella. Por ello, puedo decir que yo tengo mucha suerte: mis padres siempre me han seguido cuando les he comunicado un deseo, un miedo o una duda. Nunca han vacilado en ayudarme cuando les anunciaba una decisión y todo lo que soy ahora es gracias a ellos. Una educación en los valores correctos, gracias a los cuales tengo los pies en el suelo en todo momento; una madurez lograda gracias a todo lo aprendido durante mis primeras décadas. Dentro de pocos días es el cumpleaños de uno de los dos, el de mi ama. Siempre se ha dejado la piel por mí y mis hermanos, pensando más en nosotros que en ella o el aita. Por todo ello, nunca se lo podré agradecer suficiente, pero desde aquí lo hago y le felicito ante su próximo cumpleaños. Zorionak, ama.
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