El odio como respuesta. El odio como un plan. El odio como acciones bursátiles. El odio como empresa. El odio como rentabilidad. El odio que se camufla en la indignación. El odio que se aprovecha de los delitos. El odio que se sirve de los errores. El odio en Gipuzkoa. El odio en Valencia. El odio en Estados Unidos. El odio como agresión. El odio contra el otro. El odio contra el otro porque es diferente. El odio que terminará dirigido contra cualquiera porque todos son diferentes. El odio como autojustificación. El odio como autoindulgencia. El odio contra los libros. El odio contra las películas. El odio contra lo que no se entiende. El odio contra el político. El odio contra un ayuntamiento. Contra la Diputación. Contra el Gobierno. Sea vasco, español, europeo. El que sea. El odio contra las instituciones. El odio contra la ciencia. El odio contra la información. El odio contra el sistema, dirán. El odio contra el matiz, porque el odio con matices funciona peor. El odio como mensajes en Twitter. En Facebook. En TikTok. El odio en redes sociales que amplifican sus puertas al odio. El odio como grito de la minoría más ruidosa. El odio como vómito. El odio como respuesta: ¿para qué? Después del odio, ¿qué?