Ha muerto el realizador estadounidense Morgan Spurlock, cuyo nombre le sonará del documental Super Size Me (2004), donde nos mostró, en sus propias carnes, qué sucede si cumples el sueño adolescente de alimentarte exclusivamente con comida y bebida del McDonald’s. Él lo hizo durante un mes. Su premisa era realizar las tres comidas diarias en la cadena de la M gigante, comerse todo lo que le ponían en el plato (es un decir) y aceptar el tamaño grande del menú cuando se lo ofrecían. Para compensarlo, caminaba 5.000 pasos diarios, como el estadounidense medio. Comenzó su experimento acreditado como un tipo sano y delgado por distintos médicos especialistas: medía 1,88 metros y pesaba 84,1 kilos. Lo acabó 30 días después con once kilos más y un aumento del 13% de su masa corporal, además de sufrir falta de energía, palpitaciones, daños en el hígado que su médico temió que fueran irreversibles, disfunción sexual y cambios de humor. Su trabajo mereció una nominación al Óscar y abrió el debate sobre los riesgos de los ultraprocesados y los menús gigantes. Hizo más documentales kamikaze pero ninguno con tanta repercusión. Como si fuera un epílogo de aquello, y para disgusto de los padres del payaso Ronald, un teletipo titulaba ayer: “Morgan Spurlock, que comió en McDonald’s todo un mes, muere de cáncer con 53 años”.