Pensarán ustedes, y no sin razón, que a esta quien escribe con la esperanza de que alguien lea lo escrito se le ha ido la olla. No digo yo que cada vez no me asusten más los lapsus de memoria y no me sobresalte al mirarme en el espejo y ver a una señora con cara de lela que ha entrado con mucho brío a una habitación y no se acuerda a qué. Pero no, en este caso el título de este cuadradito tiene su sentido, o al menos a mí me lo parece. Soy algo insistente, también me pueden llamar pelma, que no me ofendo, al hablar de la velocidad que toma el tiempo, no me refiero a las tormentas, a partir de cierta edad. La cosa es que ha pasado la Semana Santa cuando, esa es al menos mi impresión, nos acabábamos de levantar de la mesa en Navidad. Y, ¡cómo no!, ya todo el mundo a nuestro alrededor anda de aquí para allá buscando un lugar que le cuadre para pasar las vacaciones de verano. Da vértigo. Pues eso, que en nada estamos encargando el solomillo otra vez. Con lo desagradables que resultan esas campañas publicitarias que en verano anuncian el invierno y voy y hago lo mismo. En fin. Incongruencias de cada cual con su cada cualquierismo. Y cuidado, que dentro de unos meses vuelvo a atacar con lo mismo.