La periodista y escritora Cristina Fallarás lamentó ayer que Instagram ha eliminado su cuenta en la que, a partir del caso Rubiales, recopilaba el testimonio directo de miles de mujeres anónimas que han sufrido algún tipo de maltrato, agresión o violencia sexual machista, muchas de las cuales, incluso, se animaban a contarlo por primera vez, porque hubo un tiempo en el que levantar la mano en la intimidad del hogar y acotar la vida social y laboral de la pareja eran derechos que se adquirían con el matrimonio por parte de uno de los dos cónyuges, adivinen cuál. El motivo dado por la red social: publicación de contenido indebido. El miedo de Fallarás: haber perdido cientos, miles de testimonios valiosos. Algún día habrá que acotar los abusos de las redes sociales, las que sean, a cerrar, bloquear o borrar tu cuenta con todas tus cosas (imágenes, textos, los mensajes que otros te enviaron) sin darte la opción de recoger tus cosas antes de irte. Un buen multazo y se les pasa la tontería. Mientras tanto, y sin necesidad de redes, Mariló Montero ha confesado que dejó pasar que le metieran mano en un reciente acto público para no liarla, pero que si el tipo se lo hace en privado “le doy una hostia en la boca que le dejo sin dientes”. Igual es momento de exigir ya en público el mismo respeto que en privado y derivar al dentista a quien tenía que haber ido al psicólogo.