En busca de la Behobia era el lema este año de la carrera más popular, en el más amplio sentido de la palabra, entre las populares. El lema era un guiño al icónico Pirata, el no menos popular personaje que desde 1992 anima a los participantes en la bajada de Gaintxurizketa con una enorme bandera pirata, una ikurriña y sendos bafles con los decibelios a tope de rock y heavy. Cuando vas en busca de la Behobia, te encuentras, los piratas, un tesoro. Porque es un tesoro correr en mitad de un pasillo humano que no para de animar durante tres horas. Porque es un tesoro que cientos de voluntarios estén pendientes de cada uno de los participantes en avituallamientos, consignas, cruces, salida, meta… Porque es un tesoro el ambiente que se vive dentro y fuera. Tras el boom que se vivió hace unos años en las carreras populares, cuando medio mundo se echó a correr, con el paso del tiempo esa moda se ha estabilizado y un buen número de pruebas han perdido gancho (ahora lo que se lleva es andar en bici, un deporte menos lesivo). La Behobia es una de las excepciones. No sólo mantiene el tirón sino que atrae a nuevos participantes. Ayer casi la mitad eran debutantes. Hace tiempo que se convirtió en algo más que una carrera, en un acontecimiento social, un tesoro deportivo, cultural y económico a conservar.