Más allá de si se es monárquica o republicana, si no se es ciega o no te haces la ciega, el interminable besamanos de ayer en el Congreso, por eso de que Leonor juraba la Constitución, es uno de los actos más retrógrados que puede haber en el mundo mundial. Rey, reina, princesita e infanta ante los que desfilaron cientos de vasallas y vasallos sonrientes, vestidas y vestidos de domingo. Me llamó la atención (casualidad) la “chapa” de Felipe González y José María Aznar cuando se pararon ante la que ha estrenado la mayoría de edad, supongo que le felicitarían por jurar por lo más grande. En fin, qué decir de ambos dos. Por sus actos los conoceréis. Bueno, que cada quien apoye lo que quiera apoyar y, si quiere, que baje a limpiar la ropa al río en vez de usar la lavadora. Así de trasnochado me pareció el acto de ayer. Y mientras, en el mar el Aita Mari sigue rescatando seres humanos que no estrecharán la mano de Leonor, porque lo que necesitan estrechar en sus brazos es a quienes quieren y a quienes tal vez no volverán a ver. Y mientras, los tribunales dicen que el euskera como que no, como que vale menos, como que no sirve. Anacrónico todo. Así son las cosas y así se las hemos contado.